Conocidos los resultados de la PSU, los datos vuelven a reflejar la profunda desigualdad que existe entre la educación pagada y la municipal.
Por ejemplo, los estudiantes que egresaron de colegios particulares pagados lograron 597 puntos al promediar las pruebas de Lenguaje y Matemática, según indicó el Consejo de Rectores.
Les siguen los alumnos de colegios particulares subvencionados, con 501; mientras que más atrás se ubican los jóvenes de establecimientos municipales, que este año promediaron 470 puntos.
Aunque la brecha disminuyó dos puntos respecto al año anterior, estos 127 puntos de diferencias deben llamar al análisis.
Para muchos, especialmente sus detractores, la PSU reproduce la desigualdad que existe hoy en el sistema educativo chileno; y que por ello se deben tomar medidas urgentes para terminar con estas brechas.
En ese sentido, queda claro que la Prueba de Selección Universitaria no generó mayor equidad en el acceso a la educación superior –como se proponía en un comienzo- y que además, los estudiantes no compiten en igualdad de condiciones.
Que la PSU, año tras año, venga a reproducir las diferencias estructurales del sistema educativo chileno, es el reflejo de que ninguna política pública ha sido capaz de fortalecer la calidad de la enseñanza, especialmente, en el sector municipal.
Por ello, mientras se discuten cambios para perfeccionar el sistema de acceso a la universidad, queda claro que el foco no debe centrarse solamente en el acceso a la educación superior, ya que no es ahí donde se generan las brechas, sino que se acentúan.
Por ello, el debate de fondo debe ser otro: cómo implementamos políticas y herramientas eficaces que incidan en una mejor calidad de la enseñanza de quienes hoy más lo necesitan. Ese el desafío que debe abordarse si se quieren resolver los problemas y la realidad que queda al descubierto cada vez que se rinde la PSU.
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