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Rancagua: La ciudad donde está enterrado un “vampiro” y el centro habría sido un cementerio indio

VIERNES, 5 DE OCTUBRE DE 2018
Publicado por

Carla Dinamarca Miranda


Esas son algunas de las historias destacadas de la capital regional, las cuales son parte del colectivo de los rancagüinos que han seguido de generación en generación.


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Rancagua es una ciudad que alberga historias que han ido de boca en boca y que se han convertido en parte de la idiosincrasia de sus habitantes, con historias que se remontan a la conquista y fundación, con leyendas que han sobrevivido al paso del tiempo.

Tito Lastarria

Hay una leyenda urbana que ha pasado de generación en generación. Cuenta la historia que Tito, de un día para otro, ganó mucho dinero, sin tener claro cómo lo obtuvo, volviéndose avaro y castigador con quienes pasaron a ser sus trabajadores. También hay otra, que tiene que ver una muy distinta al mito urbano.

“Tito Modesto era su nombre. Estudió medicina y se fue a trabajar con enfermos de tifus en Melipilla y a Putaendo cuidando enfermos, contagiándose de la enfermedad y falleció. No hay constancia de cuándo llegó el cadáver, pero llegó reducido y ahí fue enterrado en el mausoleo familiar”, indicó el historiador Patricio Díaz.

Pese a que se rumorea  que cuando lo trajeron su cajón tenía cadenas, y como la gente no lo conocía, lo habría asociado a un muerto viviente. Pero se desconoce qué tan real es esta historia, ya que Tito Lastarria fue un médico  que buscaba salvar vidas.

En este sentido el historiador relató que “no hay ninguna base y nada en su vida que lo relacione con un vampiro. La leyenda nació pero no tiene nada de la historia de él, yo creo que fue al momento del traslado, como era de noche y en un carro especial la gente lo vio”.

Demandó a su vecino por robarle un beso

María Cavieres acusó a su vecino de “robarle la virginidad de sus labios” luego de que este la fuera a dejar a su casa. Pese a que lo negó, más tarde Juan Cantillana reconoció el beso a la mujer, quien lo demandó para que se casaran.

“En ese tiempo los sacerdotes tenían poder y fue hasta donde el cabildo para que lo llevaran a la cárcel. Ahí hablaron, él dijo que la había dejado en la puerta de su casa pero que no le había prometido matrimonio. La justicia, pese a que no lo podían obligarlo a casarse, sí lo condenó a pagarle”, relató Díaz.

El hombre tuvo que pagar $30 de la época, lo que hoy representaría una suma cercana a los $3 millones. El dinero fue pagado en cuotas. Dos años más tarde en un libro se registró que Juan Cantillana se casó con otra mujer y María Cavieres también logró conseguir un esposo, sin demanda de por medio.

Cementerio indio

Una parte importante del centro de la ciudad de Rancagua está construida sobre antiguos lugares de entierro. Así lo asegura el historiador Patricio Díaz.

“Cuando se hizo la plaza nueva se hicieron varias excavaciones y dentro de ellas se encontraron restos óseos en la parte de la Intendencia, con restos indígenas anteriores a la colonización española y se ubicaron otros fuera del Liceo de Niñas, que son registros coloniales del 1700”, indicó el experto.

Luego de la Fundación de Rancagua, en 1743, las personas más adineradas empezaron a enterrar a sus deudos en las iglesias, como la que se encontraba en O’Carrol con Alcázar, y las iglesias San Francisco y La Merced, entre otras.

De los restos “estamos hablando de indígenas que estaban acá, los originarios, Promaucaes y Picunches, donde además se encontró artesanía con influencia Inca. La Plaza de Rancagua para ser un cementerio significaba que era un lugar importante antes que fuera fundada. La ciudad se fundó en lo que era el pueblito indígena antiguo”.


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