Los trasplantes en Chile han experimentado una fuerte caída este año: Entre enero y agosto solo se habían presentado 68 donantes. Una baja considerable si se compara con los 128 que había a la misma fecha de 2017. Incluso en marzo, ocho de 10 familias se negaron a que un cercano se convirtiera en donante de órganos, luego que se comprobara que esta persona estaba con muerte cerebral.
En agosto, en una sesión de la comisión de Salud donde se debatían modificaciones a la ley para incentivar la donación de órganos, se reconocieron varias razones del por qué no se realizan los trasplantes necesarios en Chile. Las razones no solo apuntan a la falta de donantes, también habrían otras situaciones que entorpecen este proceso como, por ejemplo, falta de camas UCI, que muchas veces no se le avisa a la persona encargada de procuramiento cuando hay un paciente con muerte encefálica para evitar complicaciones o que no exista un medio de transporte para trasladar los órganos de manera oportuna.
La Ley dice que todos los chilenos son donantes a menos que expresen lo contrario en una notaría. Igualmente, los equipos médicos preguntan a las familias de los fallecidos por esta opción. En esta etapa, en muchos casos, los parientes no cumplen el deseo del fallecido.
Por ello, necesitamos instalar este debate –necesario- en la intimidad de las familias, pero al mismo se necesitan campañas educativas más potentes que permitan, por un lado, crear mayor conciencia de la importancia de la donación y, por otro, derribar los mitos que pueden generar inseguridades en las familias al momento de tomar una decisión de este tipo.
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