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[opinión] Constantino Zazzali : Persona y deportista ejemplar

JUEVES, 17 DE MAYO DE 2018
Publicado por

Columna de Opinión



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Hay hombres que en su vida dejan ejemplos, porque ellos en sí mismos son ejemplo. Aunque pasen años esas nobles actitudes trascienden, quedan, marcan las vidas de otros seres humanos.
Más que de anécdotas la existencia de hombres y mujeres está construida de historia. Es el caso de Constantino Zazzali, una persona y un deportista chileno que cursó una época, y dejó una impronta.
Por un tiempo se avecindó en Rancagua, porque el Club de Fútbol O’Higgins consiguió su actuación como arquero del equipo profesional. Eran los años de 1960, él venía de San Luis de Quillota. Los aficionados del fútbol de esos años, y posteriores, bien se acordarán. Permaneció en la ciudad y en esa institución de Rancagua durante 7 años. Esos eran tiempos en que los futbolistas no brillaban por el dinero que ganaban, sino por la alegría de vivir su pasión deportiva.
Zazzali había nacido en Taltal, en 1936. Siendo recién un joven viajó hasta Santiago tras su meta de ser futbolista. El objetivo lo consiguió con creces : jugó también en Unión Española, y concluyó su trayectoria, a los 42 años, en Regional Antofagasta. Fue preseleccionado nacional para el Campeonato Mundial de 1962. Siempre fue un deportista de gran disciplina personal.
Se le conoció como el ‘ Arquero suicida ‘. Era ágil y temerario. Sufrió dos fracturas maxilares en distintos encuentros y otras lesiones.
Zazzali fue además un ser humano excepcional, de una corrección a toda prueba. Una persona generosa, de señera humildad y sencillez, solidario a carta cabal. Quienes bien lo conocimos  podemos aseverar todas esas nobles condiciones propias de él. Ojalá los deportistas de hoy y del futuro sean como él fue, poseedores de esos grandes valores humanos. El deporte debe cumplir la esencial misión social, ética  y cultural formadora.
Este sábado 12 de mayo tuvo lugar su sepultación en Santiago. En la ocasión fuimos parte de ese reencuentro con él, luego de una enfermedad que finalmente lo afectó. Hasta el último de sus días fue un combatiente por la vida. Legó, junto con su esposa, el buen ejemplo a sus hijos y a sus nietos, además a quienes bien lo conocieron.
Hombres de esa estura moral no perecen.
Carlos Poblete Ávila,
Profesor de Estado

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