Por 67 votos a favor, 54 votos en contra y una abstención, el Congreso aprobó la interpelación al ministro de Justicia, Hernán Larraín. La medida fue impulsada a raíz del retiro del proyecto de ley que compensaba económicamente a familiares de víctimas de la dictadura.
Quien encabezará la interpelación será la diputada del PC, Carmen Hertz, quien además conocer la agenda del gobierno en materia de Derechos Humanos.
Ya van dos ministros del gobierno de Sebastián Piñera que pasan por esta instancia, en poco más de dos meses desde que se instaló la nueva administración; y ya algunos cuestionan su real utilidad.
La interpelación es una instancia necesaria y clave en el desarrollo político y democrático del país. Permite al parlamento fiscalizar al poder Ejecutivo, donde se realiza una serie de preguntas a un ministro respecto a materias relacionadas al ejercicio de su cargo.
De ahí su importancia, y la responsabilidad que debe rodear este medida. Por ello, no es un tema menor que la imagen pública que exista de esta de instancia no se vea deteriorada a raíz de un uso que no vaya en línea con un rol fiscalizador. Incluso, hay que tener ojo con las críticas porque el descrédito viene muchas veces del mundo político.
Es que la interpelación debe seguir siendo una instancia clave para la democracia del país, donde se puedan realmente aclarar las dudas que se han generado respecto a la gestión de un ministro en particular.
Y es desafío del mundo político que esta mirada se traspase a la opinión pública, y para ello es clave actuar con responsabilidad política a la hora de aprobar esta medida, evitando criticas desmesuradas, pero especialmente, que este espacio sea utilizado con altura de miras, haciendo un correcto uso de las facultades que tiene el parlamento y evitando que se transforme en solo un espacio de exposición mediática que finalmente no cumpla con los objetivos para lo cual fue creada.
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