Ayer, el presidente Sebastián Piñera anunció el proyecto que busca aumentar, en 2019, la gratuidad para el 70% de los alumnos de educación técnica-profesional. Incluso, el beneficio podría llegar al 90% si el crecimiento económico lo permite, según señaló el propio mandatario.
Paso importante porque, de concretarse, permitirá terminar con la postergación y discriminación que en materia de financiamiento afecta a los estudiantes de carreras técnicas. Especialmente porque un gran número proviene de familias de menos ingresos, que a la postre se transforma en el primer paso para ingresar con mejor preparación al mundo laboral.
Existe consenso en que la educación técnico-profesional ha sido postergada en los últimos años. Y las cifras lo avalan: Este tipo de enseñanza recibe solo el 15% que Estado destina para financiamiento de educación superior.
El desafío eso sí, no es solo garantizar el acceso a la educación técnica y que la falta de recursos no sea la barrera que impida estudiar. Se necesita poner énfasis en la calidad de las instituciones y de las carreras que se imparten, además de su pertinencia respecto a la demanda laboral. Factores que permitirán garantizar el éxito en el futuro para los miles de estudiante de este nivel.
Además, esta demanda va de la mano con reforzar la enseñanza técnica secundaria, generando infraestructura y condiciones académicas para los jóvenes de estos establecimientos, que les permitan dar el paso a la educación superior con las herramientas necesarias.
Todos esfuerzos que permitirán llenar ese vacío que hoy manifiesta el mercado laboral: la falta de 600 mil técnicos en el país, cuya educación se trasforme en el motor de una economía que requiere de sus capacidades para seguir creciendo.
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