La boxeadora chilena, Carolina ‘Crespita’ Rodríguez, decidió romper el silencio y hablar sobre su detención por narcotráfico en Bolivia, por la que estuvo varios meses presa durante el año 2008.
El hecho salió a la luz, en la revista El Sábado de El Mercurio, donde a través de un reportaje titulado «El infierno boliviano de «Crespita» Rodriguez», detallaron los vínculos de la boxeadora con el narcotráfico y como habría evadido a la justicia del país vecino tras alcanzar la libertad condicional.
En entrevista con «Primer Plano», la deportista admitió que cometió un grave error al transportar droga, agregando que lo hizo debido a una deuda importante que tenía. «En ese momento había emprendido un negocio, no tenía plata para trabajar y tenía la bala pasada de ser campeona mundial (kickboxing). Conocí a mucha gente que estaba ligada a esto y me ofrecieron transportar algo ilícito en Chile, era droga. Nunca la vi porque estaba empaquetada», recordó.
En esta línea «Crespita», agregó que, «como estaba la situación, que le debía a todo el mundo, me bloqueé, ni siquiera pensé las consecuencias. En ese momento sentía que tenía que responder a esa deuda, demostrarle a mi familia que era capaz. Me ofrecieron 15 mil dólares. Fue una desesperación, sabía que era algo malo pero no lo pensé, fui».
Sobre el viaje al país altiplánico, enfatizó que intentó deshacer el negocio, momento donde amenazada por los narcos: «Fue por tierra, nos pidieron los pasaportes, y a mí en ese momento no me entraba la angustia. Cuando me trasladaron al lugar, dije que no quería llevar nada y quería devolverme a Chile. Me empezaron a amenazar… Si me devolvía le podían hacer algo a mi familia, así que pasé».
«Estaba peleada con todo el mundo. Ni lloré. Cuando me llevaron a la cautelar, pensé que esta película iba a pasar. No reaccionaba», añadió la boxeadora.
No obstante, su actitud cambió cuando llegó a la cárcel: «Cuando ya estaba adentro me hice consciente de que la cagué, del daño que podía causar. Pagué, estuve encerrada 11 meses. A los cinco o siete días conseguimos que los mismos policías nos prestaran un celular y mi papá comenzó a averiguar cómo podía tener libertad preventiva”.
Para finalizar, una afectada Carolina, agradeció el apoyo de su familia, especialmente el de su padre: «La cárcel en sí es muy corrupta. Cuando mi papá llegó, tenía que pagar. Siempre tenía la esperanza de salir, pero luego tenía la resignación de estar ahí… saco lo bueno de todo esto. Logré ser campeona del mundo y me demostré que podía. Mi familia se siente orgullosa de mí y soy feliz desde que me levanto hasta que me acuesto».