La visita de Francisco al país estuvo marcada por los casos de abuso sexual al interior de la iglesia católica chilena. El Papa no evitó el tema y manifestó “dolor y vergüenza”. Incluso, se reunión con un grupo de víctimas en Chile.
Pero la presencia del obispo de Osorno, Juan Barros, en gran parte de las actividades del pontífice, le quito credibilidad a sus palabras. Víctimas de abusos sexuales, sindican a Barros como presunto encubridor de los delitos de Fernando Karadima.
Es más, en su vuelo de vuelta a Roma, el Papa Francisco realizó un mea culpa producto de sus declaraciones cuando dejaba Chile, al referirse a que no existían pruebas contra el obispo de Osorno.
En medio de estos cuestionamientos, el Papa envió al arzobispo de Malta, Charles Scicluna, para escuchar a las víctimas de abuso sexual en Chile, quien ya el sábado se reunió con Juan Carlos Cruz, en Nueva York.
Una señal desde el Vaticano, que busca refutar a aquellos que critican que la Iglesia no ha escuchado a las víctimas. Incluso, hasta el arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, aplaudió la visita de Charles Scicluna. Eso sí, pidió que la información que entreguen las víctimas “nazca de verdad, de elementos objetivos”.
Con la visita del arzobispo de Malta, surgirán cuestionamientos en la conducta al interior de la iglesia católica chilena, especialmente relacionadas con la falta de prontitud con que se actuó en algunos casos; que permitieron que muchos sacerdotes cuestionados siguieran conviviendo al interior de la iglesia católica.
La iglesia católica hoy ha sido fuertemente criticada. Y el cuestionamiento radica en la forma en cómo se reaccionó ante denuncias, las cuestionadas sanciones a quienes fueron reconocidos como culpables y a la tardanza en enfrentar -con la responsabilidad que amerita- este tema para así haber evitado más daños a menores de edad.
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