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Columnas de Opinión

¿Qué hay de la clase de religión?

VIERNES, 6 DE OCTUBRE DE 2017
Publicado por

Columna de Opinión



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Con el correr del tiempo, y considerando que los últimos estudios señalan la diminución de la cantidad de fieles que profesan una religión de manera permanente, nuestro currículo escolar posee dos horas a la semana de clases de religión para los estudiantes chilenos que en muchos casos no suelen ser bien administradas.

Hoy, aquellos colegios que reciben financiamiento del estado y por normativa ministerial, al iniciar el año escolar, deben hacer la consulta a los apoderados si están o no de acuerdo en que su hijo/a asista a clases de religión. Si la decisión es negativa, pasa porque saben que la clase de religión que desarrolla el colegio, puede estar inclinada a aquella que justamente ellos no profesan, y por ende, no querrán someter a sus hijos a un tipo de creencia que para ellos no los representa.

Ahora bien, ¿qué sucede con los estudiantes sin asistir a esta clase? En algunos casos las suelen dedicar a una suerte de ‘reforzamiento’ y/o ‘nivelación’ respecto de otras asignaturas, sin embargo, ¿son conscientes y planificadas dichas acciones?, o simplemente se hace uso de dos horas para un mero ‘relleno’ por personas que quizás no cuentan con las competencias para apoyar a los estudiantes en alguna actividad académica. Por otro lado, están aquellos colegios que declaran desde un inicio, a través de su Proyecto Educativo Institucional (PEI) la realización de una determinada clase de religión y los apoderados son conscientes de ello, aceptando que sus hijos ingresen a esa institución ya que responde con las expectativas ideológicas de la familia.

En este sentido, al no existir un documento curricular y oficial del Ministerio de Educación en cuanto a las clases de religión en Chile, creo relevante que para que muchos estudiantes no se queden sin estas horas de clases a la semana, los establecimientos educacionales hagan el ejercicio de construir un programa de religión que vaya más allá de la imposición de un determinado credo.

Profesores/as, no temamos en flexibilizar el currículo de nuestras asignaturas, para ello hemos sido formados en la universidad: para ser capaces de contextualizar lo que enseñamos según la realidad de cada establecimiento y aula de clases donde a diario nos desempeñamos. No olvidemos que la profesión docente es la única que tiene la posibilidad de hacer que los seres humanos vayan más allá de la racionalización; también es necesario el impulso hacia las emociones.

Carlos Guajardo Castillo

Docente Facultad de Educación U. Central

 


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