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Columnas de Opinión

Las opciones del terrorismo

VIERNES, 18 DE AGOSTO DE 2017
Publicado por

Columna de Opinión



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Recientemente hemos sido testigos de un nuevo atentado en Europa. Barcelona ha sido el espacio que se señala como oportunidad de reivindicación para el autodenominado ISIS/DAESH. Se van a colmar los noticiarios contándonos de la inseguridad y se nos pastoreará en el miedo, bajo la prohibición de no cuestionarnos qué hace plausible que un grupo de personas consienta el ataque cobarde de otro puñado.

 

Gracias al cielo Chile queda lejos del interés que trae Europa en estas cosas. Pero el alcance de este terror no queda lejos de Chile en sus causas. Son personas pobres de Europa, descendientes de inmigrantes que nunca fueron asimilados del todo; excluidos en sus colegios, bichos raros en sus suburbios, aislados de sus familias,  clientes de microtraficantes y hermanos del alcohol los que encuentran un sentido a su vida, en una comunidad religiosa que los condena (ninguno de los terroristas cumplían preceptos del Islam) pero paga y promete una causa para su inmolación.

 

Hoy todos los días decimos a nuestros niños en las poblaciones “pórtense bien”, para, como mucho, optar al sueldo mínimo. Caso contrario les decimos “emprendan”, en los hechos, por menos del mínimo. Hemos arreglado un sistema a favor de quienes parasitan del trabajo y exigen rentabilidades propias de monopolistas, so pena de no dar trabajos ni pagar impuestos. Nuestro orden social tiene a miles alienados presos de la pasta base y del alcoholismo como tributo necesario. ¿Cuántos de nuestros pastabaseros en las poblaciones no podrían ser captados por quienes presentan cuentos de redención?

 

Como el populismo, el terrorismo es sembrado por quienes defienden la precariedad de la mayoría, con apenas la promesa de tener oportunidad de surgir. Quienes acusan populismos y terrorismos por las consecuencias del orden impuesto sólo son garantes de ese crimen.

 

Tenemos miles que no se integran a religión, partido político, junta de vecinos u otro colectivo que garantice identidad, esa noción de ser alguien y desde ahí, saber qué quiere en su vida. Apenas el fútbol o las pandillas lo entregan, y unos cuantos se sienten algo integrados porque pueden aspirar a llenar sus vacíos existenciales comprando algo. Apenas hay un poco de participación en el mercado. Matamos a las personas, vivificamos y glorificamos al consumidor, que nunca puede estar satisfecho, so pena de contraer la economía y precarizar su situación aún más.

No, no estamos lejos del terrorismo, gracias a que arrebatamos el sentido de identidad y de pertenencia, reales oportunidades y dignidad laboral a millones. Qué bueno que Chile no dé ese glamour a la monarquía saudí, a pesar que nuestra elite lo haga viable.

 

Francisco Javier Larraín Sánchez

Docente e Investigador


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