En un artículo que escribimos durante el verano pasado con Teo Valenzuela – Chile: Un siglo de pugna por la democratización de las regiones. Representación minimizada y centralismo transversal – y que pronto publicará la Revista de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquía (Colombia) reflexionábamos sobre los puntos de encuentro – el autoritarismo centralista Portaliano – y coincidencia que unen a la derecha y a la izquierda tradicional y su negación permanente a no ceder poder a las regiones y a los habitantes de sus “otros territorios”.
La izquierda bonapartista clásica – PPD-PS-PC – desde su burocratización luego de haber acogido en su seno y desde su nacimiento brotes comunalistas, como los que representó muy bien Luis Emilio Recabarren, solo ha tendido a fortalecer “el asalto al palacio de invierno” – en nuestro caso La Moneda – como instrumento para el cambio y la transformación; lo mismo ha sucedido con el centro político representado ayer por radicales, hoy por el PDC y su mesianismo que, al igual que la izquierda, ha desarrollado una visión de “ayuda” a los territorios, sin contemplar su desarrollo propio. Como sabemos con el paso del tiempo la DC ha fortalecido su mecánica de mera “cooptación del Estado” para la generación de clientelismo político (y electores) a falta de oferta política sincera.
La derecha tradicional en tanto, en especial la UDI, desde la hacienda, como espacio de poder político y espiritual, jamás ha creído en la cesión de poder. Por el contrario, los latifundistas del siglo xix, los vecinos ilustres de la capital, que se compraban un escaño en el parlamento representando a algunas de sus haciendas – Los Errázuriz y los Valdés fueron un ejemplo clásico en O’Higgins – trasladaron el poder del latifundio a La Moneda y gobernaron los territorios en función de sus intereses metropolitanos.
Las pocas veces que la derecha se ha abierto a ceder poder es cuando ha perdido el poder central. Ello ocurrió con Balmaceda el siglo xix y la ley de comuna autónoma de Manuel José Irarrázaval – motivo oculto del golpe al presidente – y en 1992, luego de la dictadura cuando se abrió a crear los gobiernos regionales y a elegir alcaldes y concejales de manera parcial.
Sin elección de Gobernadores los habitantes de regiones seguiremos secuestrados por el parlamentario bróker – de derecha o izquierda – que transa sus votos con La Moneda a cambio del manejo discrecional de los dineros públicos y del copamiento del Estado por sus bandas armadas.
Con ese escenario recuerde que, cuando asista a votar en noviembre, solo elegirá a quien lo va a asaltar.
Edison Ortiz.
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