La insólita situación ocurrió en Londres, Inglaterra. Tres niños -de uno, 2 y 3 años- dejaron irreconocible el segundo piso de una casa, mientras su mamá se encontraba en el patio, armándoles una piscina.
Bastaron 10 minutos para que rayaran las paredes y los muebles de la vivienda, ya que los niños comenzaron a jugar con una pintura azul.
“Decir que estaba en shock cuando vi el desastre es quedarse corto”, dijo la mujer a la agencia Caters News.