En la cuenta regresiva a las primarias, los precandidatos de Chile Vamos y Frente Amplio se han desplegado por todo el país, en medio de una franja televisiva que busca posicionar sus ideas y propuestas para plasmar en un eventual arribo a La Moneda en 2018.
En medio de esta vorágine, Sebastián Piñera estuvo en Linares y, en un acto político, dijo: «Bueno muchachos, me acaban de sugerir un juego muy entretenido. Todas las mujeres se tiran al suelo y se hacen las muertas y todos nosotros nos tiramos encima y nos hacemos los vivos».
Las reacciones políticas no se hicieron esperar: Desde la Presidenta Michelle Bachelet hasta la esposa del ex mandatario, pasando por parlamentarios, ex ministros y otros presidenciables. Muchos criticaron y otros –sin mostrarse a favor de las desafortunadas palabras de Piñera- intentaron justificar sus dichos, con el compromiso que el candidato de RN, UDI y el PRI ha tenido con las políticas de género.
Reacciones políticas que tienden a confundir a la ciudadanía, ya que dejan de manifiesto que las críticas o defensas corporativas dependen del cristal político con que se mire y no se repiten los mismos argumentos dependiendo el caso. Y tenemos dos ejemplos que no ocurrieron hace mucho: la entrega de la muñeca inflable al ministro de Economía en acto de empresarios; y los chistes en contra de Cecilia Pérez por parte del personaje Yerko Puchento.
Un tema que da para varia aristas. Una, la reacción política. Lo que uno espera es que el discurso en esta materia sea único, coherente, consistente y consecuente y que el argumento no dependa del color político que afecta.
Pero el tema de fondo es otro: las políticas de género no deben ser potestad de un partido político, de una ideología o de un gobierno en particular, es un tema del que debemos hacernos cargos como sociedad, con un cambio cultural que nos permita erradicar los abusos, los prejuicios, los malos tratos o malas prácticas que en el día a día se dan por un tema de género.
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