La práctica de O’Higgins con miras al encuentro ante Deportes Antofagasta transcurría en absoluta normalidad, como cada día en el Monasterio Celeste. Solo el frío matinal era el invitado indeseable en los campos de Requínoa. Pero de improviso apareció en los afueras del centro de entrenamiento un Toyota Tercel blanco ocupado por unos cinco hinchas.
La sorpresa vino cuando empezaron a gritar insultos contra los futbolistas, reprochándoles su rendimiento en los últimos partidos del Torneo de Clausura. Los manifestantes lanzaron bombas de estruendo, y dejaron panfletos con la leyenda «Esta camiseta no la visten cagones». También colgaron un lienzo en el alambrado, el cual tenía la frase «Se acabó el descanso hijos de puta», el cual fue retirado rápidamente.
Una vez cometidos estos hechos, que llamaron la atención del equipo, los sujetos se retiraron raudamente en el automóvil.