Las intervenciones de nariz están entre las más requeridas en el mundo y es lógico, pues el rol de esta parte de nuestro rostro es clave en términos estéticos y también fisiológicos. Al año se realizan más de 730 mil de estas intervenciones en el mundo, según los datos de la Sociedad Internacional Cirugía Plástica Estética (ISAPS por sus siglas en inglés). Es la quinta cirugía más demandada y, luego del boom que tuvo en la década del 90, ha vuelto a popularizarse.
La rinoplastía es un procedimiento que puede cambiar la forma, tamaño y apariencia de la nariz, a través de la modelación de los cartílagos y huesos bajo la piel. Las incisiones son mínimas, sin embargo, la cicatrización suele durar algunos meses.
Muchas personas sufren dificultades para respirar o dormir a raíz de un tabique desviado, pero en la mayoría de los casos no saben la causa de su problema. Dejar sin tratamiento este tipo de molestias puede implicar riesgos para la salud como fatiga, trastornos digestivos y ansiedad, entre otros. La buena noticia es que la rinoplastía puede ser una solución a estos malestares.
Junto con la desviación del tabique, también existen otras alteraciones que pueden mejorar a través de una rinoplastía, como la insuficiencia en la válvula nasal, hipertrofia de cornetes o una fractura. Este tipo de cirugía mejora la función respiratoria, corrige malformaciones congénitas y secundarias a traumatismos.
“La rinoplastía es una intervención que requiere mucha experiencia por parte del cirujano. No obstante, al tener una demanda muy alta, puede ser un negocio muy lucrativo y existen muchos médicos que ofrecen realizarla sin ser especialistas. Los pacientes deben informarse previo a la cirugía para que esta sea llevada a cabo por un especialista con el conocimiento y práctica adecuados para realizarla y que el especialista explique los riesgos y eventuales complicaciones de esta cirugía”, advierte la Presidenta de la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica, Montserrat Fontbona.
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