Los hechos denunciados se remontan al año 2005 y habrían ocurrido en la comuna de Chimbarongo, en la región de O’Higgins.
Según publica Emol, medio que tuvo acceso a la denuncia, la víctima -que hoy tiene 49 años- se encontraba en esa ciudad realizando trabajos de mejoramiento en la iglesia La Merced.
Luego de realizar las labores, se establece en la presentación judicial que el sacerdote Víctor Calderón Soriano -miembro de la Congregación Mercenarios- le ofreció un café y «unas piscolas».
La víctima señala que «bebí alrededor de cuatro vasos (…) cuando regresé del baño, el cura ya me había servido el quinto. Seguimos conversando y después no me acuerdo de nada más, creo que fui drogado ya que me sentía bien y de un momento a otro, ya no recordaba nada». Agrega que despertó desnudo en la cama de Calderón, solo y con signos de haber sido atacado sexualmente por el sacerdote.
El sacerdote en cuestión falleció el año 2012, luego de ser diagnosticado con sifilis y Sida.
Según Emol, en el documento, patrocinado por el abogado de la Corporación de Asistencia Judicial, Rodrigo Godoy Araya, se señala que «ni la Congregación ni el Arzobispado vigilaron jamás de manera adecuada el comportamiento de sus miembros, ya que de haber sido así, se hubiesen enterado que el sacerdote padecía sífilis y Sida. Y en consecuencia, estos hechos jamás hubiesen ocurrido».
Tras la presunta agresión, la víctima narra que «me volví alcohólico (…) estuve casi dos años tomando todos los días, vendí todo lo que tenía de valor, perdí mi trabajo, me endeudé y quedé prácticamente en la calle».
Menciona que en varias oportunidades intentó encarar al sacerdote, pero que se escondía de él y que no hizo la denuncia antes por miedo, ya que, toda su familia se iba a enterar: «Pensé que iba a perjudicar a mis hijos y que se iban a burlar de ellos. Esto me llevó a callar los hechos», sin embargo, fue su familia la que le dio la valentía para ir hasta la Congregación Mercedaria a realizar la acusación.
Según cuenta la víctima, el padre Ramón Villagrán «sabía de las enfermedades del cura y por eso insistió en que me controlara». El hombre presuntamente abusado fue diagnosticado de sífilis y asegura que «me ofreció una pensión de por vida y el compromiso que la Iglesia se haría cargo de mí todos los meses, como forma de reparar el daño que uno de sus miembros había ocasionado».
La pensión de por vida que ofreció la Congregación ascendía a 100 mil pesos mensuales y asistencia psicológica, a cambio de que no denunciara judicialmente ni lo hiciera público. Los pagos se realizaron en dos cheques y posteriormente a través de cinco depósitos a su cuenta bancaria.
Según consigna el documento legal, los pagos se detuvieron ante la intención del afectado por denunciar la agresión. Finalmente, en la demanda se sostiene que aún cuando los hechos ocurrieron en el 2005, no están prescritos, ya que,»la Provincia Mercedaria de Chile renunció a alegar la prescripción pudiendo hacerlo», esto por los pagos que se registran durante el 2012 a nombre del denunciante.
Respuesta del Arzobispado
Según publica Emol, el Arzobispado respondió ante la acusación que «los supuestos hechos que sustentan la acción civil habrían ocurrido hace más de diez años fuera de la Arquidiócesis de Santiago, y el presunto autor de los mismos -ya fallecido- no pertenecía a los sacerdotes de esta arquidiócesis».
Por lo tanto, «el Arzobispado de Santiago no tiene jurisdicción en el caso», sentenciaron. Agregando que lamentan y condenan «cualquier tipo de abusos» y que siguen trabajando para la prevención de este tipo de hechos.
Sin embargo, la institución lamentó y condenó «cualquier tipo de abusos», agregando que «queremos reiterar nuestro compromiso para seguir trabajando en la prevención de los mismos». «Cualquier requerimiento vinculado a este tema, solicitamos comunicarse con la Orden de la Merced».