Nuestra regresión democrática

Ha llamado profundamente nuestra atención la manera en que, durante este último tiempo, se han ido perdiendo las formas y estilos democráticos que tanto costó recuperar, no solo en cuánto a convicciones, sino, además, respecto de las formas verbales y estilos políticos propios del pluralismo.

El veto del Frente Amplio a las precandidaturas de Alejandro Navarro y luego de Luis Mariano Rendón fueron uno de sus síntomas y expresiones en el contexto de un conglomerado que, pareciera estar llamado a ser el recambio político necesario. Otro hecho significativo fue lo sucedido en el PS con la fórmula en que se impuso el recambio generacional que algunos tipificaron como el asesinato de Lagos o la muerte del rey por la manera brutal en que se dio (votación secreta de los miembros de su comité central). Ni hablar de la intervención del ex ministro Jorge Burgos y ex vicepresidente de la DC quien en un matutino nacional, a solo días de haberse levantado la opción presidencial de Carolina Goic, la asesina sin diplomacia como candidata ofreciendo su cabeza para un eventual pacto parlamentario y gubernamental. Qué decir de la imposición en la derecha contra viento y marea (y evidencias) de la candidatura de Sebastián Piñera que evidencia que al núcleo duro de ese sector político pareciera no importarles la ética pública, el cuidado por las formas y estilos democráticos y que su único fin sería usar el Estado como plataforma para sus negocios.

Como si fuera poco, el gobierno a través del SII envía una tremenda señal de impunidad al no presentar acciones judiciales ni requerimientos contra los actores políticos que, trasversalmente aparecen con boletas ideológicamente falsas, medida que, además, las máximas autoridades del ministerio público reciben con una naturalidad y pasividad que sorprende lo que genera la reacción crítica de fiscales, como Manuel Guerra quien protesta contra la indolencia de su servicio.

El ausentismo electoral masivo que se evidencia ya por tres elecciones sucesivas, más que transformarse en un problema para el establishment, ha facilitado en la práctica que, ahora, con una menor clientela electoral, se consolide el poder de los actores políticos vigentes.

Cobra más importancia que nunca que los chilenos de a pie, reaccionemos cívicamente contra esta plaga antes de que sea demasiado tarde. El camino pareciera ser, desarrollar un activismo ciudadano que acompañado de una masiva concurrencia electoral ponga a nuestra crisis de legitimidad democrática o a sus síntomas de regresión autoritaria.

Edison Ortiz.