La prensa dio su primer vagido en nuestra patria ese memorable día 13 de febrero de 1812, en que las calles santiaguinas se conmovieron al paso de los canillitas que voceaban el primer ejemplar de “La Aurora de Chile”, inspirada por Camilo Henríquez, cuyas frágiles hojas habían sido impresas en una prensa de madera, adquirida a Mateo Arnaldo Hoevel, sueco nacionalizado americano. Todavía puede apreciarse esa fragua de nuestras comunicaciones sociales en la Biblioteca Nacional, donde se le conserva como una reliquia republicana. Cuenta la historia que la gente se abrazaba en las calles, asombrados y felices de ser testigos de este milagro, el surgimiento de la palabra diaria escrita.
Desde entonces, se extendió a todo Chile, pausadamente, ese acto de verdadera brujería que significa que las balbuceantes palabras, los efímeros sonidos emitidos por nuestra boca, que se diluyen apenas salidos de nuestros labios, pudieran ser aprehendidas, sujetadas, amarradas y puestas sobre el papel, transformadas en esas negras letras, que permiten que el talento humano permanezca y pueda ser paladeado una y otra vez.
En 1827 nació en Valparaíso “El Mercurio”, que ha persistido hasta hoy y es llamado, con toda razón, “el decano de la prensa nacional”.
La aventura periodística provinciana se extendió como una larga cadena de talentos, a todo lo largo de nuestra patria, y entre esas semillas que han hecho brotar y crecer el Árbol de la Libertad, está El Tipógrafo, nuestro diario amigo, que en marzo venidero estará de aniversario.
Los diarios provincianos son los espejos en que se mira nuestra realidad, nuestras ciudades y sociedades, en que, junto con las noticias y comentarios, además de los avisos legales, surgieron poemas, comentarios literarios, en que la tímida voz de la cultura se explayó y se hizo oír. El primer poema conocido de Gabriela Mistral, se publicó en “El Coquimbo”, viejo diario serenense.
La globalización, que todo lo desperfila, transformando la civilización en una mancha farragosa, difuminada, que permite ver solo los grandes modelos y no los detalles, hace indispensable que existan diarios regionales, que dentro de la común aldea en que moramos, hagan surgir luces caleidoscópicas, diferentes, alentadoras.
En este Día Nacional de la Prensa, junto con saludar al Colegio de Periodistas, y a todos quienes participan en el fenómeno de la comunicación social, deseamos larga día y prosperidad a nuestros diarios regionales.
Por supuesto, extendemos nuestro saludo a la prensa televisiva y radial, que, de manera acelerada, al minuto, nos informa de los acontecimientos que están recién sucediendo.
¡Larga vida a la prensa regional!
Mario Barrientos Ossa
Abogado
Magister en Derecho U. de Chile
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