El martes se encontraba en Holanda y obligó a La Moneda a poner sus ojos en él, luego de un comentario en redes sociales: «A 138 años de la invasión chilena, hoy desde #LaHaya, con mucha fortaleza para volver al mar con soberanía», fue el tuit del presidente de Bolivia, Evo Morales, mientras su país prepara la réplica a la contramemoria que presentó Chile por la demanda marítima.
Comentario que (lamentablemente) ya no sorprende al interior del gobierno chileno, porque se suma a una serie de agresiones verbales del mandatario altiplánico en contra de Chile en los últimos años.
Pero la ofensiva mediática de Evo Morales no quedó ahí y volvió a tener palabras para Chile por redes sociales. Esta vez le respondió al canciller Heraldo Muñoz. «Agresión es: invadir países vecinos, robar agua, desconocer el derecho internacional y no cumplir compromisos», escribió en Twitter.
Comentarios, declaraciones, críticas varias y salidas de protocolo que son parte de una ofensiva mediática en la que el gobierno boliviano ha basado sus pretensiones de soberanía marítima, para ganarse –entre otras cosas- el apoyo simbólico de otras naciones a su causa.
Pero más allá de frases para la galería, destrabar las controversias que se susciten entre Chile y Bolivia ha quedado en manos de la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Pero a pesar de los judicializada que está la relación bilateral, esta situación no debería limitar que ambos países mostrasen la voluntad de querer avanzar en pos del desarrollo de sus naciones.
Hoy, una sociedad moderna obliga a no quedarse atrapado en disputas del pasado, especialmente cuando ya han sido zanjadas de forma libre y soberana por los países involucrados, a través de tratados que se deben respetar.
Pero las actitudes de Evo Morales -que se han venido repitiendo en forma sistemática en los últimos años- solo contribuyen a frenar cualquier atisbo de querer avanzar en políticas comunes, de integración y desarrollo entre ambas naciones.
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