Las emergencias que desataron los incendios forestales que afectaron a la zona centro-sur del país tienen en el centro del debate político la labor del director de Conaf, Aarón Cavieres; y de su par de la Onemi, Ricardo Toro; por cómo las autoridades enfrentaron esta situación.
Una discusión, en paralelo, busca responsabilidades políticas, mientras el debate está centrado en cómo mejoramos el actual sistema que como país tenemos para enfrentar este tipo de emergencias.
La peor emergencia forestal en años que terminó destruyendo miles de viviendas, lamentando víctimas fatales y cientos de damnificados, obliga a cuestionar la forma en cómo el Estado enfrentó los siniestros.
Pero este cuestionamiento debe atacar la raíz del problema. Por ejemplo, que permita esclarecer si los protocolos para enfrentar los incendios forestales son los adecuados, si se actuó con la celeridad que este tipo de hechos ameritaba y si se cuentan con los recursos técnicos y humanos para enfrentar emergencias de esta magnitud que pudiesen darse en el futuro.
Un debate necesario y del que deben haber conclusiones, pero debe encauzarse bajo aspectos y criterios meramente técnicos, más allá de que algunos busquen sacar ventajas políticas en medio de un año clave para el futuro de La Moneda.
Un debate que se debe dar con altura de miras y con un mea culpa necesario por parte del Estado que permita ser el punto de partida para introducir mejoras y recursos que, a la postre, permitan tener un sistema de repuesta mucho más eficiente ante este tipo de desastres.
Pero para ello no se necesitan disputas políticas que quieran obtener dividendos de corto plazo y que solo cambian el foco del debate. Se requiere del diseño de una política de Estado sólida, moderna y eficiente que permita fortalecer las instituciones que trabajan en el combate de los siniestros (Onemi y Conaf), y por la que deben trabajar todos los sectores, de una manera transversal, que vaya más allá del gobierno de turno.
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