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Editorial

Editorial: Hacia una nueva Constitución

MIÉRCOLES, 18 DE ENERO DE 2017
Publicado por

Equipo de Corresponsales



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Desde sus inicios, el proceso constituyente no ha estado exento de críticas. Las más duras llegaron desde la oposición, que acusaron al gobierno –ad portas del comienzo de los encuentros autoconvocados- de tratar de imponer su visión ideológica. Por lo mismo decidieron restarse del proceso, exigiendo mayores garantías.

Así y todo, el proceso siguió su rumbo. Primero, con un punto a favor: Se creó bajo la premisa de que la ciudadanía pudiera expresarse y aprovechar los mecanismos de participación. Eso sí, la instancia dejó al descubierto la poca cultura cívica que existe en el país y la real relevancia que tenía para los chilenos participar en cabildos o encuentros autoconvocados que en número llegó a las 200 mil personas. Para el gobierno una cifra importante, mientras que para otros demuestra el fracaso de un proceso que no se pudo masificar. Si bien el número de participantes es significativo, se duda si puede representar a todos los chilenos.

Segundo, la forma en cómo se llevó a cabo este proceso cierra la puerta a las críticas que hablaban de que sería una instancia ideologizada y que incluso sería aprovechada de manera propagandística a favor del gobierno de turno. Ahora, es clave que el documento de las “Bases Ciudadanas” haya reflejado correctamente lo que propusieron los asistentes a los cabildos.

Tercero, los costos de este proceso constituyente, la representatividad tras la participación en los cabildos o cuánto de este proceso será realmente plasmado en una futura constitución es parte de las dudas que surgen por estos días.

No se puede transitar por el camino hacia una nueva Constitución bajo marcadas divisiones, críticas a la transparencia o donde se resten sectores claves por razones ideológicas. Una nueva carta fundamental requiere del concurso de la mayor parte de las visiones de la sociedad, especialmente cuando este país adolescente busca lograr una madurez política y social, y requiere de una constitución que represente a este nuevo Chile del siglo XXI.


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