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Opinión

Editorial: La abstención otra vez

LUNES, 24 DE OCTUBRE DE 2016
Publicado por

Equipo de Corresponsales



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Era el gran fantasma que rondaba las elecciones de ayer domingo. Y los vaticinios se cumplieron, aunque los pronósticos quedaron cortos. Los últimos sondeos post elecciones hablaban de una participación que no superaba el 35%, la más baja desde la vuelta a la democracia.

El ex presidente Ricardo Lagos fue claro al asumir que, más allá de la derrota de los candidatos en particular, “todos fuimos castigados por la abstención”.

Desde muy temprano se comenzó a notar la tendencia en los locales de votación en todo el país, y en particular en la región de O’Higgins: Poca gente en la urnas, la mayoría adultos, y poca juventud. Y eso es lo más preocupante de cara a las elecciones venideras: no hay renovación en la participación ciudadana.

Y desde la vereda de la poca autocrítica, algunos han vuelto a insistir en restaurar el voto obligatorio. Una medida que solucionaría claramente la falta de participación, pero ¿atacaría el problema de fondo?: Que el mundo político haga un esfuerzo adicional para que el grueso de la población se vuelva a sentir motivada a participar en política. Al parecer no.

Si la solución solo pasa por mejorar los números, el voto obligatorio es la solución, sin duda. Pero el debate debe enfocarse en cómo volver a lograr esa sintonía perdida con la ciudadanía. Porque si la tenencia sigue en las próximas elecciones, cada vez será más difícil que el electorado vuelva a confiar en quienes dirigen los destinos del país.

Ayer una parte de los chilenos dio a conocer su opinión, muchos se abstuvieron, los menos fueron a votar. Es momento de una reflexión profunda dentro del mundo político –sin mirar quizás el partido o conglomerado- y hacer política con la ciudadanía y a través de programas donde la base sean las reales necesidades de las personas; y no los cálculos políticos. De lo contrario, en un año más el mundo político se volverá  a lamentar de la baja participación que no es solo una forma de demostrar una indiferencia al sistema, sino que una forma de rechazo que no tiene color político y que también se ha visto reflejada en otras formas de manifestación, como marchas, redes sociales y en las encuestas que muchos, erróneamente, no han querido escuchar.


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