Una de las promesas de campaña más reiterativas desde que se inició la transición y que se repiten elección tras elección, ha sido la descentralización o regionalización en sus diversas variables: sea en su modo elección de autoridades regionales o el traspaso de competencias.
Las más de las veces han sido eso: promesas que una vez que se es electo se desestiman pues luego, con una ciudadanía desatenta, no hay que rendirle cuentas a nadie ni entregar ninguna explicación. La menor de las veces ha sido por que la tormenta política interrumpió el ritmo del ejecutivo y hubo que modificar la hoja de ruta del gobierno a poco andar. Por una u otra razón, las regiones han ido quedando a la deriva de la historia: en Chile las provincias se asemejan a Latinoamérica mientras que Santiago es más europeo (en especial de Plaza Italia hacia arriba).
Del Chile colonial variopinto con presencia regionalista –Concepción, Valparaíso, o La Serena – pasamos luego de la matanza de Lircay al país de la larga noche portaliana monttvarista que tanto apasionan a las derechas e izquierdas metropolitanas. Las figuras de Portales y Manuel Montt no solo han sido referentes para Pinochet y la UDI, sino también para progresistas como Ricardo Lagos y José Miguel Insulza. No resultan casuales las múltiples referencias del primero al legado del presidente más autoritario y violento del siglo xix o el retrato de Portales que dominaba la oficina del ex ministro del interior de Lagos, hoy agente en La Haya.
No es fortuito entonces que, junto con la UDI – y su versión regional en la figura de García Huidobro – sea parte del “progresismo metropolitano” simbolizados en el senador Carlos Montes y el hijo de Ricardo Lagos, quienes más se oponen a la elección del gobernador.
Seguramente hoy, la comisión del senado aprobará por estrecho margen – tres contra dos –la iniciativa y está quedará lista pasara ser votada en sala lo más probable el próximo 5 de octubre, día emblemático en nuestra historia política reciente.
Si bien se augura un empate técnico es de esperar que este 5 de octubre Santiago empiece a devolver a las regiones aquello que nos quitó con violencia: nuestra soberanía territorial.
Edison Ortiz