La región de O’Higgins enfrenta un presente lleno de desafíos, especialmente porque en la actualidad está en juego el futuro de importantes y anhelados proyectos.
Iniciativas que prometen cambiar el rostro de la región, y que a raíz de su importancia, están bajo la atenta mirada pública.
¿Cómo enfrentar un escenario cargado de fantasmas del pasado, de promesas incumplidas o de expectativas sobredimensionadas?
Aquí, el liderazgo que se ejerza juega un papel clave. Primero, para aunar esfuerzos y voluntades de quienes deben trabajar para concretar de manera exitosa un proyecto determinado; pero además, los liderazgos se van poniendo a prueba a medida que avanzan los proyectos que, por cierto, se encontrarán con situaciones que impedirán su normal desarrollo.
Problemas de ejecución, presupuestarios o de gestión pueden ser variables que atenten contra el normal desarrollo de un proyecto determinado. Hay otras situaciones también, que tienen que ver con la falta de compromiso o de interés de quienes están inmersos en alguna iniciativa.
Pero lo que está claro es que no hay proyecto que no tenga alguna dificultad en el camino, especialmente cuando son grandes y tienen que ver con políticas públicas de gran relevancia.
Casos en la región hay muchos. Un par de ejemplos: la construcción del Hospital Regional y el Rancagua Express. Uno que logró salir adelante mucho tiempo después de lo presupuestado, con inconvenientes, atrasos, multas y líos judiciales; y otro que –con múltiples retrasos- aún busca encontrar la fórmula para una correcta puesta en marcha, tal como lo merece la ciudadanía.
Sin la intención de querer hablar de un proyecto en específico, la triste historia que pesa en esta región, demuestra que el liderazgo bien entendido es clave en los momentos más complejos para, primero, salir a sincerar el discurso, bajar las expectativas y, en otras palabras, reconocer que algunas cosas no han salido como se esperaba.
Pero además, es necesario establecer nuevos compromisos, plazos y acciones que -esta vez- se puedan cumplir. Y a veces, los liderazgos se agotan o pierden credibilidad y, por el bien del proyecto o iniciativa, se hace necesario reemplazarlos, como por ejemplo, en el tema de Rancagua Express.
En todo proyecto de carácter social y donde están en juego millonarios recursos públicos, se requiere del esfuerzo de todos lo actores y, como es de esperar, estarán sujetos al escrutinio público en base a las expectativas generadas. Es ahí donde el liderazgo debe surgir y posicionarse como el estandarte de la confianza, credibilidad y fe publica de que, independiente los problemas, asegure que la iniciativa en cuestión verá la luz de una manera exitosa a pesar de las dificultades que pueda encontrar en el camino.
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