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Chile la hizo de nuevo: cuando las proezas de Barrabases se hicieron realidad

MIÉRCOLES, 29 DE JUNIO DE 2016
Publicado por

Columna de Opinión



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Como muchos de mi generacion creci viendo derrotas: la de Colo-Colo 73’, la eliminación temprana de Chile en Alemania 74’ o quedar fuera del Argentina 78’; luego, de nuevo en blanco y negro, vi caer a Unión Española ante Independendiente en 1975 y sucumbir dos veces a Cobreloa; seguí de cerca, acompañando a mi padre, los eternos subcampeonatos de O’higgins y cuando de nuevo clasificamos a un mundial (España 82’), fuimos la peor selección: perdimos todos los match del grupo y nos encajaron 9 goles: un promedio de tres por partido.

Tuvimos que conformarnos con ser hinchas de equipos extranjeros en las copas libertadores o de alguna selección sudamericana en los mundiales. Ni hablar de las eliminatorias de 1989 cuando quisimos ganarle a Brasil por secretaria y nos expulsaron por dos mundiales sucesivos.

El pequeño espacio de gloria quedó reservado a un pobre campeonanto local que desde que tengo memoria, siempre ha sido más conocido por los escándalos de sus dirigentes que por lo que ocurre dentro de la cancha. Solo en las historietas de Barrabases ganabamos las finales.

Junto a un hermano y unos amigos, seguimos de cerca al Colo-Colo de Jozic y la primera Libertadores. Aún recordamos la infartante semifinal con Boca en el Monumental que en realidad fue la final. Con Olimpia fue un paseo de Asunción a Santiago. Despegaba el fútbol.

Hubo que esperar hasta 1998 para volver a un Mundial. Pero seguimos en lo nuestro: perdiendo inexplicablemente o dejando ir un triunfo seguro en los minutos finales. Y cuando pasábamos a duras penas a octavos de final era para toparnos con el verdugo de siempre: Brasil. Y cuando estuvimos en condiciones de ganarle en su propia en el minuto 90’ el tiro de Pinilla pegó en el travesaño y luego por falta de oficio perdimos por penales.

Por eso el año pasado no me enchufé tanto con nuestra selección en Copa América. Como buen observador de nuestras eternas derrotas estaba convencido de que pasaría un infortunio de última hora. Vi la final y cuando “el pipa Higuaín”, erró en el minuto 90’ un gol cantado, dije “esta vez nos tocó a nosotros”. Celebramos como nunca hasta que Jadue, nos recordó que los dirigentes del fútbol siempre se las ingenian para hacer noticia más que los resultados en cancha y para no ser menos sumó al fútbol a la crisis de los lideres políticos, religiosos, militares y empresariales. En diciembre del año pasado, nadie estaba a salvo de la mierda.

Y así llegamos a la Bicentenario que, como siempre, empecé a mirar de a poquito: no vi la derrota ante Argentina, y si el penal inventado a Bolivia, así como mediocre partido ante Panamá, aunque me sorprendí con la goleada ante México y como buen hincha de lejos, me dio sueño y al día siguiente me enteré que Colombia no pudo modificar en el marcador.

Por eso, cuando me senté a ver la final ante Argentina, y con la presión con que venían los trasandinos, incluida la frase de Madadona de que “si no gana no vuelvan”, pensé que estábamos cumplidos, lo que se acentuó luego de la expulsión de Marcelo Díaz. Sin embargo, Chile aguantó y pudo ganar (también Argentina). Hasta allí yo pensé que una vez más aquellos chicos de barrios pobres como uno, nos habían cumplido de sobra. Pero cuando fuimos a los penales y escuché la arenga previa de Bravo a los suyos (“esta h…. tenemos que ganarala sí o si), me di cuenta que la harían de nuevo. Y lo hicieron. Nunca pensé que las historias legendarias de Barrabases – con Sam, Guatón y Pirulete – se harían algún día realidad.

Edison Ortiz


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