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Columnas de Opinión

Libertad de los trabajadores y el Tribunal Constitucional

VIERNES, 29 DE ABRIL DE 2016
Publicado por

Equipo de Corresponsales



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La discusión de la “libertad” en los últimos cuarenta años trae en Occidente la herencia de un noble austríaco que vió desaparecer su poder aristocrático. Obviamente, como en la Revolución Francesa y las Americanas, como buen noble, odiaba el crecimiento de una clase política que buscaba representar aspiraciones populares. Evidentemente a ningún grupo de poder le gusta perderlo, y von Hayek articuló, más que su propia teoría económica, una discursividad que hablaba de libertad, que existía siempre y cuando a aquél libre se le pudiera tiranizar. Nadie tomó en serio a Hayek apenas escribió sus textos, pasaron largos años antes de que ello ocurriese.

Por otro lado, el Tribunal Constitucional que tuvo Chile desde el 70, fue clausurado en 1973, pretender continuidad institucional y que es “la misma idea” es mentir demasiado, pero no por ser escandalosa, esa mentira ha dejado de sonar.

Sumado a ello, en 1980 sin registros electorales, y con una participación del 0,000001% de la población (menos, pero redondeo allí), sale “aprobada” la Constitución de la que el actual Tribunal es garante. Este tribunal, entonces, cautela que nada salga de una Constitución que es copia fiel de una mixtura franquista, pero con este componente de “libertad” que nos venden hoy.

Si bien el ego de Ricardo Lagos pretendió que la actual Constitución lleve su firma, lo cierto es que el núcleo de la misma sigue igual: el egoísmo individualista es corazón de la sociedad que debe soportarlo porque es un bien. Esa “libertad”, que cautela el Tribunal es aquella que debe hacer posible que los más débiles deban “tener la opción” de no asociarse, dejando “independiente” al trabajador de su sindicato. Pueden elegir un «grupo negociador» de esos que los patrones compran y luego despiden al imponer acuerdos que cautelen el interés de quien les paga, el Tribunal Constitucional acaba de amparar la prevaricación en las negociaciones dentro de las empresas. Iguala la “libertad de asociación” de una persona, falazmente, en relaciones de poder, igualando a una persona sin opción de negociar con todo un sindicato. Como si el voto de una persona fuera más que diez millones de votos, solo por “libertad”.

Mientras, los empresarios tienen sus sindicatos patronales interempresa (CPC, Sofofa, etc.) y por ramas (SONAMI, Corpesca, etc.) y se colude (ejemplos sobran). Pero si los trabajadores se organizan, ese grupo de parásitos mantenidos por sus trabajadores y por ventajas impositivas (yo pago más proporción de impuestos), junto los políticos que se compran hablan, fingiendo quizás debilidad mental (prefieren pasar por tontos o con mentalidad infantil), de «incertidumbre». Usan esa palabra como si en Chile debiese detenerse el mundo y adecuarse porque de pequeños fueron criados con algodones y hacer pataleta para mantener su posición de clase.

Si hace 30 años yo exponía que los ricos se organizan para cuidar sus privilegios mientras se los negaban al resto me significaba una pena establecida en la Constitución por exponer la noción de lucha de clases. Porque en verdad, se sabe, los ricos se organizan de puro “libres” y eso le cuidan la libertad a los trabajadores. Decir lo contrario es pura “ideología”.

La UDI, RN, Amplitud, Evópoli, parte de la Nueva Mayoría y el TC nos quieren medievales, caso contrario pierden poder. Otro botón de muestra que Chile no es una República, constitucionalmente confirmado.

  Francisco Javier Larraín S.

Docente e Investigador.

 


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