En nuestro comentario anterior, hicimos un análisis de los principios en que descansa un procedimiento constituyente, como el que se ha abierto por el gobierno.
Hoy, propondremos algunas ideas acerca de su futuro contenido, convencidos que si pretendemos dictar una carta constitucional enteramente nueva, no será para repetir añejas normas ya fracasadas, o para mantener exactamente lo mismo de hoy, sino para innovar con bien para el mejor progreso nacional.
1.-Estamos por el unicameralismo, es decir, que tengamos una sola asamblea legislativa nacional, suprimiendo el Senado, que perdió todo su sentido y no presta utilidad alguna. Antaño los senadores eran grandes personajes, de cultura superior, hoy, si me piden calificar a los vigentes, ¡paso!
Por tanto, deberíamos llegar a una sola asamblea legislativa, formada por diputados, que representen proporcionalmente la población del país.
2.-Estamos por los distritos uninominales, es decir, un distrito, un diputado. Este esquema rige con éxito en Inglaterra, no es una novedad.
Elegir un solo diputado por cada distrito, tiene ventajas enormes, a saber: no necesitamos listas con integrantes que se pelean entre ellos antes que con sus contradictores, los independientes y los partidistas compiten en exacta igualdad de oportunidades, porque no hay cifras repartidoras ni cupos asegurados, pueden presentarse todos los candidatos que quieran, el que saca un voto más, es el electo. Se acaban los diputados “por arrastre” y otras lindezas actuales.
Si me apuran un poco, hasta podríamos exigir diputados elegidos en cada distrito por mayoría absoluta, con segunda vuelta entre los dos más votados. Es decir, un Poder Legislativo fuerte, con amplio respaldo de la base, sin arreglines de parientes o compadres, ni gente que queda fuera de competencia porque se le niega el cupo. ¡Libertad amplia para competir!
3.-Elección del Presidente de la República y de la asamblea legislativa cada cinco años, terminado el período, muchas gracias y ¡todos para la casa! Fin a la reelección, fin a crear una clase política eternizada, fin a repetirse los platos, somos dieciocho millones de chilenos, abundan los calificados para servir.
Si el diputado sabe que a los cinco años se va para la casa, debería votar con mayor transparencia y convicción, sin la calculadora en la mano o apoyando tonteras para ser reelecto, fin de los diputados alcaldes o diputados asistentes sociales. Queremos legisladores dedicados a su trabajo. Ventaja para todos.
4.-Fin a la dieta parlamentaria fija, se determina una suma por cada sesión a la cual el diputado efectivamente asista, cortemos los viajes de placer con cargo al Fisco, los diputados a legislar y no a cambullonear. Se le pagan a fin de mes las sesiones a las cuales realmente asistió y sirvió al país en ese cargo.
Queridas amigas, queridos amigos, si vamos a hacer una constitución nueva, ¡hagamos cosas nuevas! ¿No les parece?
Mario Barrientos Ossa.
Abogado.
Magister en Derecho U. de Ch.
mboycia@123.cl.
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