Una encuesta realizada por la Universidad Autónoma reveló que los chilenos califican con nota 6,3 la atención que reciben de los médicos cubanos. De esta forma, la vara queda alta para los profesionales chilenos que fueron calificados con un 5,6, igual nota que recibieron los españoles. Los médicos nacionales están levemente mejor evaluados que sus colegas ecuatorianos (5,5) y venezolanos (5,3).
Es más, el 45% de los encuestados elegiría a un profesional cubano como su primera opción para atenderse.
Esto podría tener su explicación en la formación del profesional, ya que los isleños tendrían una “sólida y eminente formación comunitaria”, a diferencia de los chilenos que es “potentemente clínica”, según explica la presidenta de los Médicos de Atención Primaria, Inés Guerrero. Lo anterior redundaría en que los profesionales de la medicina del país no fueran tan cercanos a sus pacientes.
La pregunta que surge es clara: ¿El resultado de este estudio refleja una realidad en la atención pública de salud?
En la búsqueda de una respuesta es clave que los usuarios del sistema público –que muchas veces acudan a esta red asistencial no por elección sino que por necesidad- sientan la seguridad que recibirán una atención acorde a sus necesidades.
Por ello, esta evaluación promedio –que obviamente no representa a todos los médicos del sistema público- sí pone una voz de alarma respecto a los requerimientos que los pacientes esperan de la atención de salud, que va más allá de la infraestructura, los equipos y la tecnología con que cuenta el recinto o los años de estudio que tiene el profesional. Tiene que ver con la oportunidad en la atención, el respeto a los horarios, un trato acorde al difícil momento que atraviesa una persona cuando tiene un problema de salud, y con la cercanía y preocupación que espera un paciente. En otras palabras, tiene que ver en la dignidad que debe sentir el enfermo. Un tema por el que nunca se debe dejar de avanzar y trabajar.
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