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Editorial

La tarea pendiente que nos deja la delincuencia

MARTES, 9 DE FEBRERO DE 2016


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La última encuesta Adimark, publicada la semana pasada, reveló que la delincuencia es el área de gestión peor evaluada por la ciudadanía, con solo el 10%. Dato que no es nuevo pero que refleja una realidad que es imposible de esconder: Los chilenos exigen mayores medidas para hacer frente a un tema de alto impacto en los hogares, porque día a día vemos cómo aumenta el grado de violencia con que actúan los antisociales, y donde incluso se ha perdido el respecto a la institucionalidad, con carabineros convertidos en mártires de esta lucha.

Es una realidad indesmentible, a pesar de que algunos insistan en el discurso de que son los medios de comunicación quienes exacerban la realidad al darle largos minutos de sus noticieros a información de carácter policial.

Una discusión que da para muchas líneas, pero que nos saca del verdadero foco del problema: Cómo frenar la delincuencia, especialmente esa que nos deja perplejos y sin reacción como fue la muerte de un hombre de 37 años en La Florida, donde el presunto responsable sería un joven de 18 años que registra 44 detenciones anteriores y cuatro órdenes de aprehensión pendiente.

«Esto es fruto del fracaso de nuestro sistema de persecución penal que fue incapaz de detener a un delincuente prófugo de la justicia», dijo el senador Alberto Espina tras conocer el hecho.

¿Es correcta una aseveración así? ¿Es necesario darle mayor celeridad a la agenda corta o poner en práctica una de la medidas más resistidas por algunos sectores como es el control de identidad?

Lo cierto es que es necesario avanzar en materia legislativa, en poner fin a la puerta giratoria o en endurecer penas para aquellos que cometen delitos de alta connotación. Pero al mismo tiempo es clave crear efectivos programas de rehabilitación, y reinserción social y laboral con verdaderas oportunidades y con un real compromiso del sector público como privado.

Para combatir la delincuencia se necesita una voluntad política mayor a la que hemos visto hasta el momento, donde los esfuerzos apunten a crear una política de Estado que vaya más allá de cuatro años de gobierno o de una coalición política determinada.

Es clave avanzar, consensuar fórmulas y llegar a una legislación que permita fortalecer sin dudas la persecución penal con el necesario equilibrio de las libertades individuales, donde además se generen mecanismos y herramientas de rehabilitación para aquellos que necesitan una segunda oportunidad. Para que todo lo anterior redunde en un bien común: la disminución de la delincuencia.


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