Hace un par de meses, José Pablo Muñoz cruzó las Torres de la Alameda, en Rancagua, sólo utilizando su equilibrio al pasar por una tensa cuerda que estaba amarrada en los extremos. Su osadía se debió al deporte que practica, el slackline, que lo tiene como uno de los máximos exponentes a nivel nacional y que le ha permitido recorrer el mundo difundiendo y practicando esta disciplina.
Su currículum impresiona: El Mont Blanc, en Francia; y el Pan de Azúcar, en Brasil, han sido privilegiados testigos de sus logros en el extranjero.
Y ahora estará impartiendo clases gratuitas a niños y adultos en la comuna de Machalí. Es que este deporte extremo ha ido ganando un número importante de adeptos en los últimos años.
«Yo lo conocía desde hace algunos años y cuando supe que tenia disponibilidad para trabajar y enseñar su oficio, de inmediato lo contacté”, manifestó el gerente de la Corporación de Deportes y Recreación de la municipalidad de Machalí, Diego Ramírez, quien agrega que “estamos muy contentos que sea parte del staff de la corporación y de la comuna”.
En las clases de slackline participan niños y adultos que de forma gratuita pueden conocer los secretos de esta disciplina. Los talleres se imparten en las áreas verdes de la piscina municipal, los días miércoles y jueves, a partir de las 10.30 horas.
«Los invito a que vengan y conozcan el deporte. A pesar de lo que muchos creen, es totalmente seguro y no hay espacio para peligros. Van a quedar cautivados, se los prometo», aseguró José Pablo Muñoz.
¿Qué es el slackline?
Es un deporte de equilibrio donde se utiliza una cuerda que se tensa al ser enganchada entre dos puntos fijos. Se diferencia de otras disciplinas similares, como el funambulismo, ya que no usa alguna herramienta para mantener el equilibrio.
Su origen es atribuido a un par de escaladores del Valle de Yosemite, Adán Grosowsky y Jeff Ellington, quienes a principio de la década de los 80 comenzaron a caminar por cadenas flojas y cables cercanos a los aparcamientos como forma de entretenimiento.