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Columnas de Opinión

Dividir desparramando

VIERNES, 27 DE NOVIEMBRE DE 2015
Publicado por

Equipo de Corresponsales



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Siria tiene menos de cien años como un país, ni siquiera decidieron cómo iban a entender su territorio, Occidente inventó las fronteras de esa zona. Su esquema de gobierno ha sido bastante local, pero siempre abrazando las tiranías de largo aliento ¿Por qué importa lo que ocurre allá?

Básicamente porque las raíces de lo que vemos allí las tenemos plantadas en Chile, con menos tragedia potencial, como parece obvio. El terrorismo no surge de golpe, ni por el intervencionismo occidental exclusivamente, pero surge con lo social, político y económico.

El yihadismo, y cualquier fanatismo, se nutre de la falta de educación y de la pobreza. Los dueños de los países nos dicen que el Islam como está retratado en el Corán es una religión de odio, que por eso hay violencia. Solo es el vehículo que capitaliza la pobreza y la falta de educación, los pobres sin nada que perder en el mundo ofrendan su despreciada vida por una promesa posterrenal.

A un suicida no le preocupa que endurezcan las penas, nada tiene que perder. En Ciencias Sociales el suicidio es una respuesta por la falta de integración a las formas que se hacen las cosas en la sociedad, y también, porque se pierde el sentido que el resto entiende por qué se hacen las cosas. La semilla del fanatismo que precede al terrorismo está plantada por el modelo económico, emotividad, explotación de los sentimientos para el consumo, y una calidad educacional deplorable a nivel global.

El terrorismo es consecuencia de la violencia que trae la pobreza, por eso Arabia Saudita y Turquía financian grupos terroristas pero no necesariamente cooperan en mejorar las condiciones sociales de sus propios pueblos y buscan destruir el acceso a educación de otros pueblos (baste ver Afganistán, Libia e Irak con yihadistas turcos y saudíes). El fanático tiene hambre, pero no tiene conciencia de su limitación. Por eso el NED (que distribuye recursos de la CIA) nos traía telepredicadores en los ochenta cuando habían manifestaciones.

El fanático en Chile, ese que abandonaron, busca pertenecer a algo oyendo música, comprando una polera de un club de fútbol o condenando lo que no entiende, incluso la ciencia. El fanático fundamentalmente es ignorante, busca cosas fáciles dentro de la lógica de una barra brava, la limitación del humano que declamaba Bush: “con nosotros o contra nosotros”. Incluso hay quienes dividen entre “los de Dios y los del Diablo”, con pecados como leer o estudiar.

El ISIS (y cualquier terrorismo) estará más lejos si se lucha contra la pobreza y la falta de calidad y desigualdad educacional. Así seremos el asilo contra la opresión.

Francisco Javier Larraín S.
Docente e Investigador


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