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Columnas de Opinión

Una burbuja de frustración latente

VIERNES, 4 DE SEPTIEMBRE DE 2015
Publicado por

Equipo de Corresponsales



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Comienzo declarando que soy un convencido de la necesidad de cultura emprendedora, por ello me especialicé en la PUC sobre el emprendimiento y en cómo enseñarlo. Lo declaro porque muchas veces la revisión de una realidad suele hacer parecer contrario.

¿Qué es el emprendimiento? Básicamente la conjugación de la innovación (una manera de hacer, fabricar, presentar, procesar etc.) e inteligencia interpretativa de la realidad que lleva a crear. Eso, a grandes rasgos, sumado a la capacidad de tomar riesgos que tienen en general nuestros empresarios, y no me refiero a la casta rentista que se cree empresarial. El emprendedor no paga legisladores para que limiten el riesgo al emprender.

¿Por qué el auge del emprendimiento? Por dos razones, la primera es la globalización y la tendencia a tercerizar servicios y a la búsqueda del menor coste de ese proceso. Las empresas son el principal actor de esta realidad, incluso habrá algún “emprendedor” del directorio de las mismas…

El segundo, es el Estado, una persona que emprende es un potencial autoempleado que disminuye las cifras de desempleo. De ahí que el Gobierno no pare de declarar políticas enunciadoras de principios y normas en favor del emprendimiento, que en la mayoría de los casos tienen escasa aplicabilidad real o ausencia de reglamento que las desarrolle.

¿Cuál es el riesgo asociado? Curiosamente, los países con más desigualdad son los que más emprendimiento tienen, potenciando cultura individualista. Ya no va a ser “son pobres por que quieren”, pasará al “son pobres porque no emprenden”. La falta de referentes emprendedores ha hecho que muchos tomen a megaempresarios como si fueran pares, la tendencia a tomar un imposible como un deber ser ha hecho que varios asuman que los grandes empresarios son “superiores evolutivos”, como el fascismo italiano de los 30.

Algo pierde sentido cuando un dueño de 70 camiones (que descuenta impuestos, que está subsidiado su diésel, que la ley de cabotaje marítimo y la falta de trenes le otorgan privilegios; ni hablar de que hace depreciación de los camiones…) quiere hacernos creer que es como el dueño de un restorán que abre recientemente en un barrio con competencia, y se presenta como garante antidelincuencia presentando un petitorio ilegal e inconstitucional. Como si los emprendedores tuvieran capacidad de presionar actores políticos con rotunda fuerza para asegurar su posición.

No, los emprendedores no son ese tipo de personas. Gracias a Dios el infinito potencial de creación humana no tiene nada que ver con aquello.

Francisco Javier Larraín

Docente e Investigador


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