PUBLICIDAD
Columnas de Opinión

La lección política de La Roja

MARTES, 7 DE JULIO DE 2015
Publicado por

Equipo de Corresponsales



PUBLICIDAD

Cuando Gonzalo Higuaín falló el gol en el último minuto del partido no solo me acordé de la famosa frase de Johan Cruyff –“El futbol es un juego que se juega con el cerebro. Debes estar en el lugar adecuado, en el momento adecuado, ni demasiado pronto ni demasiado tarde” – sino que presentí que esta vez nuestro destino sería distinto al de Colo-Colo 73’, ‘O’Higgins 1978, al penal de Caszely en España 1982, al de Cobreloa 1981, que ya no habría un gol en el último minuto de Fernando Morena como en el Nacional en 1982, ni un penal de Italia, ni nos toparíamos con Brasil en octavos de final, ni habría un tiro en el poste de Pinilla, ni un intento por ganar a la mala, como en 1989, cuando nuestro fútbol no daba el ancho para derrotar a Brasil. La mala suerte parecía concluir. No solo por el nivel, empeño y ganas del equipo que, como nunca, entusiasmo a Chile, sino también por los hinchas que, a diferencia de múltiples ocasiones no solo acompañaron a la selección, sino que, también, la empujaron a hacer el milagro. El ambiente previo así lo hacía presumir y en la emocionante entonación del himno nacional así se lo hicieron saber a los jugadores: ahora no habría excusas, ni la mala suerte del último minuto. Esta vez, la maldición del minuto 90 correría por cuenta de los trasandinos.
Yo, que desde hace tiempo soy solo un tímido hincha, que voy a los estadios irregularmente sin equipo al que alentar, que los visitó casi con fines historiográficos y turísticos más que deportivos, era uno de los que creía que la maldición se repetiría dada la abundante cantidad de evidencia empírica de fracasos y más aún cuando al frente estaba el equipo del mejor jugador del planeta y finalista de la última copa del mundo. Sin embargo, la historia esta vez nos ofreció una oportunidad: Chile, más motivado que nunca, una hinchada que desempeñó un papel notable en el estado anímico de los jugadores y, la mala suerte que en esta ocasión corrió por cuenta de los argentinos: se lesionó Di María, Messi no brilló, Mascherano funcionó a medias, Argentina se cansó y tanto el Pipa Higuaín como Banéga fallaron sus respectivos tiros de penal. Mientras Chile no falló ninguno. Si hasta Vidal tuvo suerte en su tiro.
En un año horrible – crisis política y estancamiento económico, explosión de volcanes, la tragedia del norte – el triunfo de la selección viene a aportar una noticia positiva en medio de tanta desdicha y ojalá sea un bálsamo que cambie nuestro estado anímico y un buen ejemplo a imitar. Pienso que en el inevitable uso político del triunfo futbolístico tenga esta vez una variable pedagógica: que se puede derrotar a la adversidad y que a falta de talento, con rigor, profesionalismo y mucho trabajo, las cosas pueden hacerse bien. ¿No es mucho pedir, cierto?

Edison Ortiz.

 


PUBLICIDAD
Comentarios

Cargando...
PUBLICIDAD
Loading...