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Hoy aumenta el sueldo mínimo: ¿Puede una familia subsistir con $241 mil?

MIÉRCOLES, 1 DE JULIO DE 2015
Publicado por

Equipo de Corresponsales


Diario El Tipógrafo recogió el testimonio de los Torres-García, quienes cuentan hasta que día les alcanza el salario.


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El salario mínimo aumentó de 225.000 a 241.000 pesos.

El salario mínimo aumentó de $225.000 a $241.000.

Hoy se reajusta el sueldo mínimo, que pasa de $225.000 a $241.000. O sea, experimenta un alza de 16 mil pesos.

La familia Torres-García, que reside en la ciudad de Rancagua, es una de las beneficiadas con esta noticia. Pero, ¿será suficiente el aumento para poder subsistir un mes?

Los Torres-García están compuestos por el padre, Claudio; y la madre, Ximena. Ambos trabajan en un supermercado y ganan el sueldo mínimo. Tienen dos hijos, Rodrigo (16 años) y estudiante de tercero medio en un liceo municipal; y Luis, de 13 años, que cursa octavo básico.

Claudio y Ximena nos mostraron su intimidad y entregaron detalles de sus gastos y cómo logran subsistir con dos sueldos mínimos.

Día 1: Claudio y Ximena reciben su sueldo, que con descuentos en salud (7%) y en cotizaciones (11,54%) queda en $196.319 para cada uno. A esto se suman dos asignaciones familiares por $9.899 cada uno. En total, la familia cuenta con 412.436 pesos para los próximos 30 días. Pero a esta suma se descuentan inmediatamente $40 mil que le pidieron a un familiar para terminar el mes pasado.

Día 2: La familia debe hacer la compra del mes. Para ello asignan 60 mil pesos que se va en lo más básico para la despensa. También aprovechan de comprar carnes, sólo cerdo y pollo, por la suma de $20 mil. Aprovechan de ir a la feria y gastan $8 mil.

Día 3: Deben pagar el arriendo de un departamento en el sector Manso de Velasco, cerca de la línea férrea. Su valor es de $120.000. Además, aprovechan de cancelar los servicios básicos: En luz desembolsan $15.000; en agua, $6.000, ya que cuentan con subsidio. Tienen cable, pero están «colgados» junto a otros dos departamentos: con los vecinos de arriba y del lado. Por ello sólo pagan $6.000. No tiene Internet ni teléfono fijo.

Con todo lo que han gastado en tres días, a los Torres-García les quedan $137.436 para sobrevivir el resto del mes.

Día 4: Es hora de sacar cuentas. Por ejemplo, para gastos en movilización. Para pasajes durante 24 días, Ximena gasta $21.280. Claudio, para ahorrarse este dinero, se consiguió una bicicleta para llegar a su trabajo. Rodrigo, su hijo mayor, para ir al liceo a estudiar debe gastar 5.200 pesos. En pan, por ejemplo, esta familia gasta cerca de $1.500 al día, lo que se traduce en no menos de $45 mil al mes. Deben ir además, otras tres veces a la feria y para ello apartan 24.000 pesos que «no se tocan por ningún motivo».

Día 5:
No tienen teléfono fijo, pero Claudio y Ximena sí tiene celular. Los recargan con $3 mil para cada uno. Además deben comprar gas para la cocina, calefont y estufa: Son dos galones de 15 kilos y se van otros $30 mil.  La semana finalizan con un saldo de $5.956 pesos.

Día 10:

Como es habitual en invierno, la familia tiene un imprevisto. Luis, el hijo menor se resfría y debe acudir al doctor: Los Torres-García desembolsan cerca de $5 mil en un bono particular de Fonasa. Ya no les queda saldo para enfrentar el resto del mes y deben solventar el gasto en medicamentos, que bordean los 15 mil pesos, con el dinero que tenían contemplado para movilizarse. Como era de suponer el padre también se enferma, pero decide no acudir al médico para no gastar nuevamente en algo fuera del presupuesto. En su lugar prefiere comprar antigripales, con un valor aproximado de 2 mil pesos.

Día 20

Así como se empieza a terminar el presupuesto, también se acaba el gas de la cocina. Para ello deben recurrir nuevamente a ese familiar que siempre aporta para poder terminar el mes. Esta vez son $50 mil los que piden prestados, es que «la vida cada vez está más cara», se excusa con algo de vergüenza Claudio. Es que sabe que el dinero no le alcanzará ni este ni el próximo mes. Sus gastos les impiden ahorrar para su casa propia, sueño que deberán dejar a un lado hasta que consigan un mejor empleo, ni pensar en entretención para sus hijos. Incluso ya ni se acuerdan de pagar las cuotas en una casa comercial. «Si lo hago, no como», finaliza el padre de familia. 

 


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