Obra con una temática interesante, contingente y prometedora, pues trata del sistema educacional en Chile, de los sueños de un estudiante de un liceo subvencionado, que en su futuro se ve como profesor y las frustraciones de su madre, profesora de ese mismo liceo, por más de una década, que se opone a que su hijo siga sus pasos.
Sin embargo, la oportunidad de desarrollar este tema dándole un tratamiento con mayor profundidad para crear opinión, propiciar debate, se ve desperdiciada por una falta de rigurosidad investigativa. Se da a entender que los colegios reciben dinero para los almuerzos y, lo concreto, es que reciben raciones alimenticias. Y por una caricaturización de la trama y de los personajes, en particular el rol de estudiante -Etienne Jean-Marc Vandoorne- sobreactuado, hiperkinético más cercano a un joven de octavo básico que de cuarto medio. Esto hace que sea un elemento distractor de la trama. Por otra parte, el personaje de su madre -Andrea Munizaga- está muy bien logrado, resulta creíble y conmovedor hacia el final de la obra, cuando ya debe asumir que se ha quedado sin trabajo y no ve otra alternativa que apoyar a su hijo. Emocionante cuando a modo de arenga le dice a su hijo: “El único cambio que vas a lograr es dentro de tu sala de clases, con tus alumnos. Ese es el único lugar donde vale la pena dar la pelea”.
Obra que me hizo reír de buena gana y que también me emocionó, pero sin embargo en un par de meses ya la habré olvidado, pues es una obra superficial, que no profundiza acerca de la crisis educacional en Chile; que no trasciende por tratamiento muy cercano a una comedia.
Mauricio Aranda
Integrante Taller de Crítica
Festival Teatro Coya
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