Recientemente el Fondo Monetario Internacional vuelve a publicar la misma conclusión tras la revisión de metadatos con control de miles de millones de personas: la concentración económica es un freno al crecimiento económico. Es una obviedad, pero quienes poseen la capacidad de comunicarlo callan al ser beneficiarios de esa concentración, y no les interesa perder ese poder y sus privilegios.
Es fácil saber que cuando la productividad ha crecido sobre un 500% y los salarios no llegan a la mitad de eso en igual fecha, alguien se lleva el fruto del trabajo ajeno. Y el otro freno al crecimiento económico, es la desigualdad de acceso a la salud, educación y servicios financieros, porque en los dos primeros aumentan la brecha de clases, y la segunda permite que 41 personas en Chile tengan el 10% de todos los activos financieros (sobre 100.000.000.000 de dólares).
El caso chileno es bastante singular: se reduce la inversión alegando “incertidumbre”, pero el gran empresariado no tiene problemas para invertir con más del doble de carga impositiva en países vecinos.
Si lo anterior ya es extraño: muchos destinan recursos a paraísos fiscales sale más rentable; obviamente es así al financiar guerrillas en África y narcotráfico en Asia (eso hacen los paraísos fiscales): hay más retorno con ISIS esclavizando población que pensar en chilenos algo mejor pagados y con una tasa impositiva mejor para asegurar crecimiento sostenido.
De la riqueza neta, el 1% más rico pasó del 31,1% al 41,1% entre 2010 y 2014. Pero alegan que el trabajo y los salarios no se pueden remunerar mejor. Su patrimonio creció sobre un 12% el último año.
Claman contra los derechos de los trabajadores porque “hay gente sin trabajar”, cuando ellos detienen inversiones, controlan los mercados de servicios, finanzas y trabajo. No se sienten parte de la sociedad (dicen que no existe como tal, como diría una célula tumoral en un organismo). Sus activos financieros no producen riqueza, sólo la transfieren a sus bolsillos, son parasitarios no sólo de la sociedad, si no que de cualquier clase de capitalismo.
Eso es lo que detiene el crecimiento: la concentración económica, las AFP (que cotizan acciones de esas grandes empresas), la inequidad a la salud y educación junto al campo financiero que hoy es parasitario y no estimulante de la inversión.
Contratan políticos no sólo para legislar a su favor, si no que para, por ellos, alegar contra el empedrado. Ojalá las personas que tienen en sus manos los destinos del país no cedan al poder comunicacional de los dueños de Chile.
Francisco Javier Larraín S.
Docente e Investigador
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