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Columnas de Opinión

Para saber y contar (LXXII)

MIÉRCOLES, 27 DE MAYO DE 2015
Publicado por

Columna de Opinión



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La discusión acerca de la asamblea constituyente hay que centrarla en tres aspectos: el doctrinario, el jurídico y el político.

Doctrinariamente, el poder constituyente pertenece al pueblo soberano, específicamente a todos los ciudadanos mayores de 18 años. Como es obvio que es imposible ejercer directamente tal potestad, lo correcto es hacerlo en virtud de la representación, eligiendo a un número determinado de representantes, por distritos, quienes son electos con la única tarea de redactar una nueva constitución. Cumplida la tarea, se disuelve.

Por tanto, en doctrina, no existe una manera más ajustada a una democracia representativa  de redactar una nueva constitución que no sea a través de una asamblea constituyente, electa por el pueblo soberano.

Jurídicamente, en el caso de nuestro país, no es posible convocar a una asamblea constituyente, porque actualmente la potestad constituyente la tiene el Congreso Nacional, que la ejerce a través de leyes que modifican la Constitución, con los elevados quórum que se contemplan. Como el principio de derecho público es que lo órganos del Estado no pueden hacer nada que no esté expresamente contenido y regulado en la Constitución, no es jurídicamente posible convocarla, a menos que primero se modifique la actual Carta Magna, incorporando dicha posibilidad. No hay mayoría en el Congreso para obtener ese fin.

Políticamente, es improbable convocar a una asamblea constituyente, porque ello significaría: a) privar de esa potestad al Congreso Nacional, lo que éste difícilmente aceptará; b)porque una asamblea constituyente parte de cero, es decir, por simple mayoría de sus miembros, sin los elevados quórum exigibles, puede acordar cambios sustanciales sin limitación alguna, como por ejemplo: volver a un esquema socialista, eliminar el orden público económico, etc., lo que sería un vuelco enorme.

Concluyo: creo que la asamblea constituyente no la verán nuestros ojos, es mejor dar vuelta la página y buscar acuerdos para alcanzar algunas reformas en torno a los temas que se quiere modificar.

Agrego como corolario: la política es el arte de lo posible. No se deben pedir imposibles.

 

Mario Barrientos Ossa.

Abogado.

Magister en Derecho U. de Ch.


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