La Brigada de Aviación del Ejército asiste en las diversas emergencias o catástrofes que afectan al territorio nacional y la tragedia de Atacama no fue la excepción. Pilotos, mecánicos, helicópteros y aviones salieron a auxiliar a las personas afectadas del norte del país, desplegándose en sectores de difícil acceso.
El sargento segundo José María Calderon se desempeña como ingeniero de vuelo de helicóptero Cougar, mientras que el teniente Felipe Verdugo cumple funciones de copiloto de helicóptero Puma. Ambos han operado sus respectivos cargos en sectores donde se registraron desapariciones de personas y la ayuda se hacía indispensable.
Calderón explicó que cuando se notificó de la situación “la tripulación que estaba de emergencia salió inmediatamente y posteriormente empezamos a salir nosotros de forma paulatina”.
El teniente Verdugo especificó que el Ejército envió “cuatro helicópteros de transporte mediano: tres cougar y un puma y un helicóptero de reconocimiento y enlace”.
“Las misiones que se cumplieron fueron principalmente de búsqueda de personas desaparecidas, rescate de personas que estaban aisladas y de traslado de ayuda humanitaria hacía las localidades como El Salado, Diego de Almagro, Los Loros, Chañaral”, comentó Verdugo.
El teniente se refirió a la experiencia que vivió en la zona afectada. “Me tocó participar de un vuelo de rescate hacía el sector del interior de Copiapó, salimos a buscar a dos personas que estaban desaparecidas y volvimos con nueve , más cuatro perros. Uno se da cuenta también la importancia que tienen las mascotas para la gente que vive aislada”, comentó Verdugo.
Las operaciones que realiza la BAVE siempre conllevan ciertas dificultades y requieren de la vasta experiencia de los pilotos y sus acompañantes. “La complejidad estaba dada principalmente porque había que volar con el máximo de carga que fuera posible, las temperaturas eran altas, así que el helicóptero estaba siempre operando al limite de su capacidad para brindar el máximo de apoyo posible”, explicó el teniente.
“En muchos lugares el terreno era engañoso, daba la impresión que era consistente y era blando y eso dificulta el aterrizaje de los helicópteros”, subrayò Verdugo, quien además añadió que “el terreno era muy arenoso y tanto el aterrizaje como el despegue de áreas polvorientas requieren de un entrenamiento que afortunadamente tenemos”.
Con los helicópteros operando a máxima capacidad, se vuelve indispensable el mantenimiento de los equipos. “Al volar en áreas que son demasiado polvorientas hay que constantemente lavar los motores, lavar los compresores del motor, sacar el máximo de arena de las cabinas, para que no se metan en los equipos y los helicópteros no tengan problema”, enfatizó Calderon.