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Columnas de Opinión

Amar a los libros

VIERNES, 24 DE ABRIL DE 2015
Publicado por

Equipo de Corresponsales



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De las muchas clasificaciones que se hacen sobre la humanidad una me resulta más cercana que muchas: “la humanidad se divide entre quienes aman y quienes no aman a los libros”. El día del libro, que es el pasado 23 de abril, se celebra hoy en muchos colegios de Rancagua con niños invitados a disfrutar de ese motor de desarrollo personal y humano.

El libro es la expresión de la capacidad humana (o testimonio de ello en casos menos afortunados) al comprender y buscar transformar al mundo. Es una flecha de humanidad lanzada contra el cielo del incierto infinito celeste. Primates terrestres creyendo que en el universo significamos algo cuando éste se comprende a través nuestro.

En los campos de concentración muchos afectados sostenían la cordura al leer, en un contexto donde leer siempre es sospechoso de generar ideas. Leían aunque fuese reiteradas veces, una sóla hoja de diario desgastado e intrascendente en lo que contaba. Ahí, donde lo relatado dejaba de tener sentido frente a la forma, el significado del soporte.

Aquellos que callaban el color de la realidad para instalar el “verde, azul y gris” enviando a sus guardianes de privilegios a quemar libros porque se buscó reprimir la libertad de pensamiento. Porque, aunque hoy aleguen enfrentamientos, entonces se pavoneaban de asesinar cobardemente a quienes eran tan “inútiles” por pensar, con el agravante de haber leído muchos libros.

En Chile, poco antes de la barbarie uniformada, los obreros leían en la micro, y se podía discutir de clásicos universales en cualquier población periférica o clase media recién ascendida. Después no, era sospechoso y se buscó embrutecer para sostener una economía de consumo.

Estamos en épocas complejas, se redefinen parámetros educacionales, pero creo que toda reforma está perdida si los niños no leen. No hay cómo liberar si el lenguaje promedio es inferior a los límites históricos de clases populares, incluso en sectores acomodados: ortografías y léxicos de catástrofe.

Con textos digitales, que no se leen ni comprenden sin más práctica que el copia y pega el salto humano es complejo. La transformación comienza cuando cada uno da cuenta de quienes somos, para luego comunicar. La buena noticia, es que se parte por los diarios, como éste.

Hoy, en la barbarie económica dominante (eterno infantilismo para encajar en comprar cosas para ser alguien que no se es), donde leer es ser fome, argumentar es latero… es una iniciativa excelente invitar a los niños a volver a crear en la mente, para expresarse, para mejorar el estropicio logrado como especie.

 

Francisco Javier Larraín S.

Docente e Investigador

 


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