PUBLICIDAD
Columnas de Opinión

¿Qué nos enseña Onur?

VIERNES, 21 DE NOVIEMBRE DE 2014
Publicado por

Columna de Opinión



PUBLICIDAD

El éxito de las teleseries turcas –y también de “Pituca sin Lucas” – hay que tomarlo en cuenta para saber qué ocurre en el Chile actual.  Porque, ¿a qué se debe tanto interés por una serie extranjera cuyo éxito los especialistas no logran desentrañar?  El secreto está en lo que exhiben: el valor de la familia más o menos tradicional, el trato cortés y gentil casi, una forma de relación entre sexos que una exagerada podría llamar machista, el valor del diálogo, etcétera; es decir, el aprecio a una forma de vivir que entre nosotros, se nos dice, que caducó.

Como se ve, muchas personas valoran unas formas sociales completamente distintas a las propuestas por las élites que, se supone, representan nuestra forma de sentir.  Ni el adulterio estimulado en la televisión matutina, ni el asesinato de los hijos como solución defendido por un senador apasionado, ni la polarización del país que dos expresidentes intentan detener, ni las sofisticadas contorsiones de la jerarquía eclesiástica para eludir las explicaciones que les pide la sociedad.  Un ambiente de crispación que muchos exageran y los alambicados análisis de coyunturas políticas y económicas que nadie pesca. Las series turcas han sido un bálsamo para restañar, incluso, la humillación del Transantiago.

El alto rating de ellas muestra el sueño, quizás la utopía, de cómo la mayoría quiere ver la sociedad nuestra.  Es decir, todo lo políticamente correcto, las banderas levantadas por políticos, empresarios, agentes pastorales, sindicales y de movimientos autoproclamados no interesan a la gente de a pie.

Casi lo mismo con “Pituca sin Lucas”.  El atractivo que tiene para el público la ruina del aristócrata es una cuestión histórica; lo mismo que el jovencito de origen inferior que sale en defensa del perdedor.  Tal es así, que Chile parece tener una sola novela: “Casa de Campo”, “Casa Grande”, “Gran Señor y Rajadiablos”, “Martín Rivas”, “El último de los Alándegui” o “La casa de los Espíritus”, todas ellas muestran la decadencia de la clase histórica.  “Pituca…” es un producto probado, con una Engracia Encina medio abandonada y un Martín Rivas que ahora es un vecino solidario.   O sea, la sociedad chilena quizás no sea conservadora como dicen los vocingleros que buscan tribuna; no, como todo grupo humano quiere sus costumbres, especialmente las que les han permitido vivir sin sobresaltos y no descorazonándose ante el delito, ordinariez y los intereses mezquinos.  Extraño que unas comedias extranjeras hayan puesto a la vista nuestra identidad.  Gracias Onur, no dudo que muchos niños llevarán tu nombre y lo incorporarán al acerbo nacional.

Rodrigo Larraín

Académico U Central de Chile


PUBLICIDAD
Comentarios

Cargando...
PUBLICIDAD
Loading...