¿Qué pasa con la universidad regional?

Como lo he dicho en varias oportunidades fui testigo ocular del tremendo trabajo que realizó Esteban Valenzuela, junto a un pequeño equipo de trabajo, para convencer tanto a la candidata, hoy Presidenta, como a su equipo económico,  de la necesidad de construir dos universidades públicas en aquellas regiones donde no las había. Un primer borrador, fue oficializado como un decálogo allá por julio de 2013, y allí ya estuvo presente el compromiso de la mandataria con la idea (iniciativa número diez) y desde luego con quien luego sería su ministro de Hacienda: Alberto Arenas. Luego, aquello fue ratificado en su programa de gobierno, y cuando éste se inició fue una de las 50 medidas (la número cuatro) comprometidas para sus primeros cien días. En nuestra región, carente de presupuesto y de ideas, la promesa se transformó además, en una excelente excusa para hacer política, y también campaña, en vísperas de las municipales  de 2016. Se creó entonces una Comisión – donde están presentes, entre otros, un ex rector que ha sido vinculado al lucro, un requerido por complicidad en el Golpe de Estado de 1973  y la empresa responsable de la “colusión de los pollos” -, se armaron decenas de eventos de socialización de la iniciativa  y la Intendenta Morín Contreras,  dijo en varias oportunidades que el Informe final de dicha comisión se entregaría el 2 de octubre en el contexto del tradicional desfile de Conmemoración del Bicentenario de la Batalla de Rancagua.

Y si bien la presidenta asistió al evento, lo cierto es que no recibió el Informe, y si bien luego se dijo que éste se entregaría la semana siguiente en La Moneda, ello aún no ha ocurrido, y los rumores sobre las dificultades del gobierno regional y la comisión comienzan a hacerse públicos: para empezar el mismo senador Juan Pablo Letelier, quien instaló a Morín Contreras en el cargo, creo una comisión paralela  junto a la Universidad de Chile; también, ya sabemos las dificultades  de imagen pública por la que atraviesan algunos de sus miembros; y los cada vez más fuertes comentarios de pasillo sobre un “virtual quiebre de la comisión” y la existencia, en la práctica, de dos informes producto de las visiones contrapuestas de quienes debían redactarlo (el Dr. Rebolledo por una parte y el dúo Suazo-Saracostti por la otra), quienes en la síntesis ponían más bien sus ideas que las de quienes integraron la comisión que, por cierto, fue perdiendo empuje y participación según avanzaba el trabajo a desarrollar.

He tenido la oportunidad de debatir muchas veces con centralistas que no quieren traspaso de competencias y recursos a las regiones pues señalan, como principal argumento para oponerse a ello, la existencia de un cierto estado de infantilismo político en los actores locales, los que no estarían preparados para tomar decisiones de envergadura. En esta región no podemos darnos el lujo de ofrecer ejemplos que avalen tan discriminatorio argumento, ni menos, por impericia propia, hacer fracasar el principal compromiso gubernamental con O’Higgins que, entre otras cosas, sigue siendo la única que aún no elige al presidente de su consejo regional.

Edison Ortiz.