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Columnas de Opinión

Para saber y contar (LXII)

MIÉRCOLES, 22 DE OCTUBRE DE 2014


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1.-Se pretende iniciar ¡por fin! un debate parlamentario acerca del derecho a la muerte decidida por el propio ser humano, en determinadas condiciones que lo motivan a tal decisión. Es lo que llamamos eutanasia, palabra de origen griego que según el Diccionario significa “acción u omisión que, para evitar sufrimientos a los pacientes desahuciados, acelera su muerte con su consentimiento o sin él”. Descartamos, para los efectos de este análisis, la muerte sin consentimiento.

La eutanasia es, entonces, aplicable a quienes sufren dolores insoportables, o una enfermedad terminal, sin remedio alguno, lo que condena al paciente a sufrir una muerte inevitable entre sufrimientos o angustias que superan su capacidad de soportarlos. Esta dramática situación puede conducir al deseo de morir, con asistencia adecuada.

2.-Sabemos que la vida de un ser humano debe terminar, inexorablemente, porque somos seres mortales, por lo cual, lo único que ignoramos, es cuándo dejaremos este mundo. Jurídicamente, la duración de la vida humana es un plazo indeterminado.

La eutanasia consiste, entonces, en reconocer a los seres humanos la facultad de determinar el día en que su vida termine, darle a ese plazo una fecha de término, convirtiéndolo de plazo indeterminado en un término determinado.

Nuestra vida surge desde el momento de la concepción, cuando un óvulo de nuestra madre es fecundado por un espermio de nuestro padre, y nos convertimos en personas dotadas de derechos, desde el nacimiento, esto es, desde la completa separación del cuerpo de nuestra madre. Una vez nacidos, la vida es nuestra, nos pertenece, porque nacemos libres, estamos sujetos al cuidado de nuestros progenitores hasta la mayoría de edad, pero cumplida ésta, somos dueños de nuestro destino.

Si somos capaces de contraer matrimonio, de celebrar contratos, de ejecutar todos los actos propios de la vida por nosotros mismos, ¿por qué no podremos disponer de su duración?

La eutanasia no supone un discrecional derecho a la autoeliminación, sino que queda restringida a casos especiales, respecto de enfermos terminales o de personas que sufren grandes dolores, todo ello sujeto a estricta supervisión médica.

Existe en países muy civilizados y cristianos, como Holanda y Bélgica, por lo cual no vemos por qué no podría tener aplicación en Chile.

Somos claros partidarios de la eutanasia, y confiamos que se superen censuras ideológicas y se haga realidad.

 

 


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