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Columnas de Opinión

EL PDC: de la promoción popular a la defensa del lucro

MARTES, 2 DE SEPTIEMBRE DE 2014
Publicado por

Columna de Opinión



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Rafael Gumucio Vives, en una fecha ya tan temprana como 1955, sintetizaba el afán democratacristiano que se traducía en una fórmula nacional y popular. Popular porque concentrara todos sus esfuerzos en elevar los standards de vida de las clases menos privilegiadas. Nacional porque reclutara a los individuos capaces de llevar adelante esa tarea. Esa tesis combinada con “la penetración de las masas” que impulsaba otro de sus ideólogos, Castillo Velasco,  más el liderazgo de Eduardo Frei Montalva, comenzaban a hacer poderoso al nuevo Partido Demócrata Cristiano que alcanzaría el 20% de los sufragios en la elección presidencial de 1958, y se abrió como una opción política. Es la época en que profesionales de éxito, dejan de lado el dinero y asumen el compromiso social de Frei, quien recorre el país y ciudad por ciudad va reclutando una camada inédita de jóvenes profesionales que harán historia más tarde. Es el caso, por ejemplo, en Rancagua, de los médicos Ricardo Tudela y Nicolás Sánchez, movilizados directamente por Frei. Y  es que, además de su inserción en las masas, la falange hizo otra apuesta que le permitió  alcanzar la victoria: se ha casado, en medio de la guerra fría,  con la opción norteamericana de la cual el PDC recibió un abierto apoyo. Una vez el poder puso en marcha sus grandes reformas que sellaron su éxito.

Un segundo proceso triunfante del PDC es su apuesta, una vez cerrado el capítulo del atentado a Pinochet,  por una transición pactada que implicó la visita de una delegación del Departamento de Estado Norteamericano, que se reunió y entrevistó con los principales líderes opositores y selló la transición que tuvimos. Nuevamente el PDC, fue capaz de leer los signos del tiempo y se vinculó con un proyecto hegemónico global, cuando aún no caían los muros ni se derrumbaba la Unión Soviética. En ese proceso, que encabezó Aylwin, pero que tuvo como estrategas principales al ministro Secretario General de la Presidencia de Aylwin, Edgardo Boeninger, y a Genaro Arriagada, se hace común que la nueva intelectualidad democratacristiana – entre ellos el joven Andrés Velasco, a la sazón jefe de Gabinete del Ministro de Hacienda Alejandro Foxley – viajen becados a Estados Unidos a hacer sus estudios de postgrado en economía, afianzando la postura neoliberal al interior de la concertación que se hace más patente a partir de la ascensión a la presidencia de Eduardo Frei Ruiz Tagle, cuyo gobierno, cambia el eje del ejecutivo desde las reformas a la modernización del Estado.

En 1999, casi al concluir dicha administración y cuando ya se evidenciaban síntomas de descomposición en el PDC el entonces diputado  Ignacio Walker, publicaba el libro El futuro de la Democracia Cristiana en quereconocía la encrucijada en que se encontraba la Falange después de décadas de influencia política. Y si bien Walker reconocía el problema era optimista respecto del rol y el papel  del PDC en el nuevo escenario político  y proponía volver a sus raíces, así como interpretar ‘lo nuevo’. Pese a su deseo lo cierto es que el PDC no logró levantar cabeza y fue sufriendo una pérdida constante de imperio social que no logró revertir a pesar de su influencia en el Estado. Triste epílogo, al parecer, para una organización que hace solo 50 años, llegaba al poder por sí sola y que decía que “gobernarían treintas años”.


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