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Columnas de Opinión

No es necesario saltarse la fila

JUEVES, 21 DE AGOSTO DE 2014
Publicado por

Equipo de Corresponsales



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El 25 de febrero  de  1961 nació un barrio de Rancagua que se origina de una toma de terrenos, que es la segunda toma que se produjo a nivel nacional, justo después de la emblemática población La Victoria de la Región Metropolitana.

Eran otros tiempos, donde la posibilidad de tener una vivienda no era posible sin tener que considerar el sostener una lucha, una verdadera lucha, que tenía como único objetivo el sobrevivir, el dar cobijo a la familia sin tener ningún tipo de consideración de Estado, sin tener posibilidades de ser considerados por una sociedad que  aún estaba lejos de mirar la vivienda como un derecho.

Hoy, 53 años después, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo se encuentra trabajando en la emblemática población rancagüina a través de su programa Quiero mi Barrio, que busca ejecutar obras de mejoramiento de entorno, pero materializando las ideas y sueños de sus propios vecinos.

En este caso, se esta reconociendo la historia orgullosa que aún se respira entre los habitantes del sector, quienes transitan las calles que ellos mismos trazaron con la inteligencia que nace de una acción solidaria, de quienes conforman un grupo y se protegen, de quienes eligieron agruparse para enfrentar la falta de justicia social…y ganaron.

Que distinta es la vida hoy, cuando tenemos una política habitacional que reconoce la vivienda como un derecho y a la ciudad como un espacio habitable que debe ser justo y equitativo, con barrios integrados que aseguren la cercanía de equipamientos y espacios de esparcimiento, ciudades que sean coherentes con las transformaciones que este gobierno se ha empeñado en sacar adelante, coherentes con una reforma educacional, una reforma tributaria y la redacción de una nueva constitución que no son otra cosa que el sueño de vivir un país justo y democrático, con igualdad de oportunidades para todos.

En este contexto, el hablar de tomas hoy no se puede relacionar con la reivindicación de un derecho social, porque este derecho ya está asegurado por nuestra política habitacional.

Sin embargo, no podemos desconocer que hemos heredado un trabajo que, desde el terremoto, se venía haciendo mal, cuyo indicador más evidente es el tener viviendas que no son ocupadas por sus propietarios o beneficiarios y de eso nos debemos hacer cargo; la organización de grupos se debe hacer colocando especial atención en las personas, colocando a las familias por sobre cualquier interés, juntando a futuros vecinos que tengan una historia de vida en común, que le den valor a ese vínculo y que tengan un interés común e irrenunciable, a la manera en que los emblemáticos vecinos de la 25 fueron capaces de construir en forma espontánea un trozo de ciudad y que, además, nos regalaron una historia que vale la pena contar.

Seremi de Vivienda y Urbanismo , Wilfredo Valdés


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