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Columnas de Opinión

Para saber y contar (XXXII)

MIÉRCOLES, 30 DE JULIO DE 2014
Publicado por

Columna de Opinión



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1.-Nadie entendería, ni justificaría, que el Ministro de Justicia no fuera abogado, ni que el Ministro de Salud no fuera médico.

Es de toda lógica que, para poder llevar adelante un sector específico, el respectivo Ministro sea un profesional destacado del área pertinente, cuya experticia en su ramo transmita y aplique.

Sin embargo, en Educación, cualquiera puede ser Ministro, aunque sea enteramente ajeno al mundo de la docencia, más aun cuando se pretende llevar a cabo una reforma estructural relevante.

¿Tan menoscabada está la Educación en Chile, que no haya un solo educador o educadora que pueda tomar las riendas del Ministerio? ¿Cómo se puede pretender llevar a cabo tamaña reforma con un dilettante, liderando esa enorme labor alguien que no domina la educación, ni como ciencia, ni como práctica?

Los constantes tropezones del actual Ministro demuestran la verdad de lo que afirmamos: no solo se está improvisando con el alcance de la reforma educacional, se está improvisando como Ministro alguien que no maneja el tema y  por eso, cambia su discurso día por medio. Malo, malo, malo…

2.-El estado de derecho requiere no solo cumplir con las formalidades que la Constitución y las leyes exigen y disponen. Además, se requiere de todos los actores una sólida buena fe, un someterse al imperio de la ley y usar las instituciones jurídicas, con la convicción de darles el destino exacto para el cual fueron creadas, evitando el tenebroso sistema de los resquicios, de nefasta memoria.

En el caso de la interpelación de un Ministro de Estado por la Cámara de Diputados, ostensiblemente se está abusando de un mecanismo que tiene un fin muy concreto.

Pero, además, la interpelación requiere talento, conocimientos, habilidad en quien hace uso del recurso constitucional.

Interpelar para que el país escuche una sarta de lugares comunes, solo nos hace recordar con nostalgia la época feliz en que al Parlamente llegaban auténticamente los más capaces, y se notaba. Cuando estudiaba Derecho en la U. de Chile, varios de mis profesores eran, a la vez, parlamentarios. Esos príncipes ennoblecían la tarea legislativa, unían el conocimiento a un talento innegable.

Hoy, la interpelación mal usada nos demuestra que no están llegando los más capaces. Y se nota.

Señores parlamentarios, no se hagan daño gratuitamente, en boca cerrada no entran moscas, no desnuden su falta de talento ante el país. Pasearse por la calle con un poncho que les queda grande y les cuelga hasta los tobillos, no es elegante ni prestigia.

Consejo de ferretero.

 

Mario Barrientos Ossa.

Magister en Derecho U. de Ch.


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