1.-La educación, a pesar de los terremotos e incendios, sigue siendo el tema central del escenario político y social del país.
En primer lugar, deseamos reiterar nuestra afirmación de unas semanas atrás: la municipalización fracasó, fue una buena idea sin resultados positivos, y lo razonable es, entonces, echar pie atrás y acoger la tesis de la desmunicipalización: volver los establecimientos educacionales, actualmente administrados por los municipios, al Estado-Fisco. No hubo voluntad de financiarla, la privaron de calidad, la dejaron morir poco a poco. No hay alternativa. Y si a alguien no le gusta rectificar rumbo, le recuerdo la frase del gran Presidente Santa María, dicen que el más inteligente de los que ha tenido Chile: “Solo los burros no cambian de opinión”.
La verdad es que creo que la municipalización, siendo impecable en doctrina y aplicada exitosamente en muchos países más civilizados que el nuestro, en los cuales el municipio administra todo, hasta la electricidad y los teléfonos, en el nuestro fracasó porque somos un país sin altura de miras, en que el ideologismo no admite acoger las buenas iniciativas, si no son las del sector o gobierno de turno, y el “de derecha” a que algunos se refieren, no tuvo voluntad ni intención de impulsar el proceso, con lo cual mostró la ojota: una versión light de la izquierda. Quienes tienen vergüenza de defender el lucro legítimo, y han amasado fortunas, sencillamente son incoherentes y, ¡por favor!, no sigan con el cuento que eran de derecha. Nos molesta a lo que lo somos de verdad.
En segundo lugar, volver los establecimientos educacionales públicos al Estado-Fisco, no significa, en caso alguno, limitar ni menos prohibir la libertad de enseñanza, constitucionalmente reconocida y tutelada. Puede haber todos los colegios particulares que se quiera, con parámetros de calidad y eficiencia reconocidos, como lo ha sido en toda nuestra historia. Nadie está obligado a matricularse en ellos, es una decisión libre de la familia del educando, si está dispuesta a cargar con el costo pertinente. Lo esencial es que el Estado debe proporcionar educación gratuita y de calidad a todo quien se lo pida, sin limitaciones. La doctrina es clara: Estado y mercado comparten la tarea, uno no excluye al otro.
En tercer lugar, la educación pública no puede seguir siendo sinónimo de mediocre, debe ser la mejor, y para eso se requiere: buenos maestros y dinero suficiente. La reforma tributaria no servirá mucho, salvo para despilfarrar más dinero, si no va asociada con proyectos concretos para elevar la calidad de los maestros y a una actualización técnica de los planes de estudio.
2.-Para comenzar con el cambio, es indispensable que el Magisterio se dignifique a sí mismo, que recupere su prestancia, su autoridad, que no ande en las calles siguiendo a sus alumnos, exactamente a la inversa de antaño, eso no prestigia a nadie. ¿Se imaginan al Papa detrás de los monaguillos? ¡Aleluya!
3.-La frase de la semana: “El optimismo sueña que tiene alas, el pesimismo sueña que no tiene pies”. ¡Muy buena!, aplíquela.
Mario Barrientos Ossa.
Abogado.
Magister en Derecho U. de Ch.