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La caída en la adhesión religiosa en Chile

JUEVES, 24 DE ABRIL DE 2014
Publicado por

Columna de Opinión



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Latinobarómetro muestra que ha caído significativamente la adhesión religiosa en Chile. De un 74% en 1995 al 57% en 2013 en el caso católico. Sorprende el aumento de las personas que se declaran agnósticos o ateos, del 8 al 25%. Las cifras demostrarían a Chile en un proceso de secularización. Seríamos un país bastante racional, de pocas supersticiones y con religiones de un sólido fundamento teológico, con personas serían autónomas, no habría paternalismo alguno, entre otras características de la secularización.

La verdad es más doméstica y menos conceptual: la Iglesia se farreó su capital ético, conseguido por arzobispos y obispos fieles al Concilio Vaticano II, que acumularon un capital moral y espiritual que permitió anunciar el Evangelio y acercar a buena parte de población nacional a la persona de Jesús con una catequesis renovada y activa, comprometiendo a la familia y con un desarrollo de los movimientos especializados, con una pastoral potente que renovó la vida parroquial como nunca antes. El Espíritu Santo fue generoso: nuestra Patria tuvo obispos santos y valientes en la peor época de nuestra historia, que no temieron dar testimonio y en acompañar al pueblo sufriente. Pero eso se acabó.

La superioridad ética de la Iglesia naufragó en los abusos sexuales. El abandono de los sectores poblacionales en las ciudades, creación de parroquias en sectores acomodados, abandono de pastoral vocacional en colegios municipales y hoy, la velada oposición a la reforma educacional. Y otra información que añadir: la educación católica es un carisma específico de las congregaciones educacionistas, no es un medio para sostener cualquier congregación. Es decir, cuando uno lee las historias de abandono de la fe en exalumnos de colegios religiosos uno podría suponer que tal educación no cumple su objetivo.

Lo anterior abonó lo que hoy vemos; sentimiento que lentamente se organiza en torno a la rabia contra la Iglesia –y cualquier religión- que no es el simple no estar de acuerdo, o pensar de otra manera: se trata de atacar a los que tenemos fe como si tuviéramos un defecto, acometer sacrilegios contra templos y, más grave, calificar todo lo que defienden creyentes como retrógrado o intolerante. El mejor ejemplo: el crimen de aborto, en nombre de un pensamiento progresista, es enarbolado como lema y utopía, el argumento legitimador es que, todos los países ya han legislado y que Chile es una excepción, además, que oponerse es una cuestión religiosa, particular, y que nadie puede imponer su religión a los demás. Por ello, la falta de credibilidad de la Iglesia es preocupante (44% tan sólo). No se trata de irse a otra Iglesia cristiana, los evangélicos crecen menos de 5%; es que hay una especie de religión antirreligiosa.

 

Rodrigo Larraín.
Docente U Central 


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