Con preocupación revise las publicaciones aparecidas en los medios regionales referentes a una convivencia escolar que establecían que, “el 32% de los estudiantes de nuestra región declara haber sido víctima de agresiones constantes al interior de nuestras escuelas”.
La educación es el principal instrumento para la construcción de una cultura de paz, de buena y sana convivencia y los establecimientos educacionales son espacios privilegiados para que nuestros niños aprendan a vivir juntos, lo que implica hacer énfasis en el desarrollo de habilidades que les permitan convertirse en ciudadanos que defiendan y propicien valores como la no discriminación y la colaboración, es por ello que los equipos directivos, los docentes y todos los actores que componen una comunidad educativa deben asumir y hacerse responsables de este cometido, lo que conlleva prepararse en aspectos tan básicos como el manejo de conflictos y desarrollar en el aula aspectos como la “comunicación efectiva” y la “inteligencia emocional” desde la más temprana edad.
La evidencia indica que “la agresividad en el jardín infantil es el mejor predictor de la agresividad crónica en la adolescencia” (Trembley: 2003) y por lo tanto, prevenir e intervenir esta variable en la edad preescolar es más breve, económico y eficaz que hacerlo en la edad escolar y en la adolescencia “mientras más temprana es la aparición de la violencia, más estable se convierte en el tiempo” (Kellam: 1998) y como la agresividades una conducta que se aprende, se puede concluir que también se puede desaprender y ese es un trabajo que debe realizar la escuela, si es que la familia y el entorno no la han propiciado.
Una buena convivencia escolar, debiera ser entonces, una de las variables a potenciar por parte de los equipos directivos, sobre todo si tenemos claro que un clima escolar pacifico favorece el logro de los aprendizajes, tal como ha quedado evidenciado en estudios realizados por la Unesco, que ha demostrado que “la mejora de un clima escolar produce un alza en el rendimiento que va entre los 20 y 50 puntos” (Oreal/Unesco estudio para América Latina), es aquí donde radica la relevancia de este tema, en la relación que existe entre clima escolar y aprendizaje, es por ello que las organizaciones educativas deben generar todo tipo de estrategias que ayuden a mejorar esta variable, asumir su responsabilidad y usar su creatividad para crear instancias para democratizar la escuela y convertirla en un lugar de aprendizaje basado en una sana convivencia escolar.
Ricardo Cristi López
Magister en Gestión y Liderazgo Educacional
Candidato a Doctor por la Universidad de Lleida (España)
Docente Universitario
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